12 junio 2008

Ni gallego ni español - A propósito de quienes vinieron


Lorena Bou

La idea –común entre muchos venezolanos– de que “todos los españoles son gallegos” elimina los signos culturales y lingüísticos de las comunidades autónomas que integran la España plural. Aunque la frase sea fecunda en chistes, frente al tema del exilio alcanza extremos alarmantes, hasta el punto de que, para muchos, a Venezuela sólo llegaron españoles (gallegos). Esta actitud centralista rompe con una de las interrogantes desde las que conviene pensar las situaciones de desplazamiento: ¿cómo la complejidad del lugar de origen –vascos, andaluces, castellanos, catalanes, etcétera– se perpetúa en el lugar de llegada, lejos ya del entramado político que les otorgó la condición de exiliados a quienes se fueron de España a partir de la Guerra Civil?
De los varios grupos autonómicos que hicieron el viaje trasatlántico, fueron los intelectuales catalanes quienes se hallaron tanto con las dificultades propias del desplazamiento –en la fractura temporal y espacial que éste comporta– como con el tránsito diario entre dos lenguas: el catalán y el castellano. Asentada la patria en el idioma, el uso del catalán en el exilio formó parte de la lucha contra la “descatalanización” de Cataluña en manos del franquismo, pero también fue una manera de resistir el quiebre generado por la experiencia en el extranjero. El empeño por mantener la lengua natal se convirtió en el único modo de rehacer el vínculo con el lugar de la pérdida, al menos en el caso de los escritores catalanes que se exiliaron en Venezuela desde 1939 hasta mediados de la década de 1950.

Según Pere Grases, por razones laborales y sociales, en la producción de los exiliados catalanes hubo una “nacionalización temática”; contratados en su mayoría por el Estado venezolano, los motivos de investigación de los profesionales recién llegados pasaron a ser los del lugar de acogida. Sin embargo, los mismos que habitaban el castellano fundaron un espacio de encuentro para su comunidad –el Centro Catalán de Caracas– y crearon una editorial –el Patronat de Cultura Terra Ferma– con la que publicar variedad de textos escritos en catalán. Lo que con esta editorial se imprimió refería asuntos sobre Cataluña y el catalanismo, pero además sobre la posición “interterritorial” de quienes simultáneamente transitaron un allá y un aquí, un antes y un ahora. Es al público minoritario de los compatriotas exiliados –ora en Venezuela, ora en el resto de Latinoamérica– a quienes los intelectuales catalanes dirigieron la escritura del destierro y del encuentro con el otro.

El caso de Carles Pi i Sunyer a su llegada
Para el año 1952, con 64 años de edad y tras haberse exiliado en París y Londres, Carles Pi i Sunyer llega a Venezuela, donde se reencuentra con su hermano que vivía en Caracas desde 1939, el célebre doctor August Pi i Sunyer. Ingeniero, escritor y político catalán de reconocida trayectoria –fue alcalde, diputado, concejal y ministro–, Carles Pi i Sunyer arriba a la capital venezolana contratado de antemano por el ministerio de fomento, trabajo al que luego se le unen el de profesor en la facultad de economía de la Universidad Central de Venezuela y el de investigador de la historia venezolana, de la que ya se había ocupado en Inglaterra –cuando se le encargó el estudio de la vida londinense de Andrés Bello y Francisco de Miranda.

Aunque comprometido con la realidad de Venezuela, Carles Pi i Sunyer mantiene el nexo con Cataluña escribiendo en catalán, y lo primero que publica es un libro de cuentos titulado Coses i gent de Caracas. Editado por Terra Ferma en 1958, el libro muestra la Caracas de los años 50 narrada, como señala el propio autor, por alguien venido de fuera. En vez de la escritura del exilio ligada a la salida y lo irrecuperable, Carles Pi i Sunyer apuesta por la representación del territorio a donde llega: es en el espacio del otro –que emerge por y desde la escritura– donde reconstruye, por oposición, los signos de su pertenencia. Los 52 relatos que integran el libro manifiestan no sólo el estereotipo del negro y el trópico, el exotismo de la naturaleza y la crítica al crecimiento de la ciudad, sino la separación entre un “nosotros” –donde se sitúa el narrador– y un “ellos” que se refiere a la gente, el paisaje y las costumbres representados. Aunque se trata de Caracas, en su reescritura sobresale la división entre lo familiar y lo ajeno, disparidad que hace del libro el archivo de la diferencia entre dos mundos. A través del relato sobre otro país, el autor redefine los signos con los que se identifica, delimitando aquello que considera no son “su gente”, “su paisaje” y “sus costumbres”. Si a esto le sumamos el idioma en el que están escritas las historias, Carles Pi i Sunyer asume la función de intermediario entre la cultura venezolana y la catalana, con miras a que esta última (y no la primera) se reconozca por contraste en el territorio de lo extraño hecho escritura.

Bajo la pretendida autoridad para hablar de (por) el otro en un idioma distinto al contexto de la publicación, Carles Pi i Sunyer recrea nuevos espacios y objetos enfrentados (no hay analogía posible) a los modos del lugar de partida, esto en su primer libro escrito en catalán durante su exilio venezolano, el último de sus exilios.


Lorena Bou
Estudié Letras (equivalente a Filología española) en Venezuela. Después de la carrera me dediqué a trabajar como correctora de pruebas en determinados periódicos y revistas; y, a su vez, me fui interesando tanto por la escritura ensayística como por los estudios culturales y problemas de género. Ahora en Barcelona, estoy investigando sobre la literatura de exilio.

6 comentarios:

Pedro Baques dijo...

Buscando información sobre los exilados que llegaron a Caracas, a partir de un artículo en La Vanguardia de hoy, me encuentro con este magnifico blog que voy a reeleer cuidadosamente. Me casé con una venezolana, tengo hijos venezolanos, viviendo ahora aquí.
Felicitaciones y un cordial saludo,
Pedro Baques

Pedro Baques dijo...

El artículo es "Cosas de Caracas" de Juliá Guillamon 3-7-08 La Vanguardia pag 38
Un buen amigo mío es Pedro J. Grases hijo de Pedro Grases el historiador. La edit. Terra Ferma del Centre Catala publicó buenos libros que te pueden ayudar. Si tienes alguna pregunta en particular, deja caer unas líneas en http://
espacioabiertodos.blogspot.com o pedrobaques@telefonica.net

Sin Nombre dijo...

Saludos profesora.
Caracoles!!! Entonces se quedo en España. Este es mi correo araulines80@hotmail.com. Fui su alumno de lenguaje 2 en la USB. Siempre la recuerdo como una excelente profesora ;D!!. Que este bien.

Sin Nombre dijo...

hOLA ;D
Recuerdo que trato el tema de las vitrinas en las ciudades. Caracoles!! que interesante.

Usted recordara el nombre de la autora del texto sobre " psicastenia" que usted nos mando a leer. Podra parecer descabellado que le pregunte eso a estas alturas, se que ella estudio en la UCAB tambien letras y estaba viviendo en Paris para ese momento. Eso lo dijo usted.
Gracias por su atención ;D.

Por cierto veo que aun se conserva muy linda ;D

Sin Nombre dijo...

Y cuando va aparecer?
Usted no le contesta a sus Fans? jejeje
Cómo va la literatura de exilio? sinceramente nunca se me ocurrio pensar en algo tan interesante y curioso como eso? caracoles profesora escribame, yo tengo un bonito recuerdo de usted ;D. Que este bien.

Unknown dijo...

Hola, Raúl. Claro que me acuerdo de ti. La autora del texto sobre la psicastenia es Celeste Olalquiaga. ¡Mucho éxito con tus investigaciones!