12 agosto 2009

Caracas mortal











Carlos Palacios



Alguna vez leí en una revista cultural capitalina (cuando esta ciudad parecía abrigar algún resquicio para la esperanza) que nosotros como sus habitantes mantenemos con Caracas una relación de amor y odio.
Nada mas cierto que esto. Y por supuesto nada mas obvio. A Caracas la queremos, aunque ella nos trate con la deferencia de una amante fría y calculadora. Y cuando ya deseamos huir de este amor de interés, ella se pone coqueta y nos vuelve a conquistar con sus sortilegios de bruja tropical.
Por supuesto que alguno de nosotros tropieza de nuevo con la misma piedra. Me temo que Claudia Noguera Penso con Caracas Mortal cayó una vez mas bajo el embrujo maléfico del amor caraqueño.
Como ella es una buena poeta sabe lidiar desde la distancia intensa del verso con la ciudad, sus encantos y desencantos y sobretodo, con su intensidad, aun cuando esta voluntad poética no la inmuniza del todo. Pero Claudia Noguera Penso enfrenta a Caracas con otras ciudades, con la intención –quizas vana- de igualarla. Pero nuestra ciudad sabe defenderse de esta estrategia poética y recupera su lugar como buena encantadora que es. Es Caracas Mortal, un libro de combate: sus poemas, como los diferentes escenarios de una pelea de enamorados, se engarzan uno al otro a través del resquicio de una imagen que como un reproche, activa la llama del enfrentamiento poético entre la ciudad y su cronista.
Tienen estos poemas de Caracas Mortal un fondo reflexivo que apuntala, como un sólido andamiaje, a la palabra cargada de imágenes y porque no decirlo de nuevo, de sentimientos. La perdida de una Ciudad despreocupada, feliz y frívola, la nostalgia de una ciudad mas amorosa y menos furtiva y una cierta sensibilización cargada de agresiones sobre su imagen urbana, late detrás de estos sinceros poemas sobre la ciudad. La ciudad que amamos, la ciudad que late yaciente, mortal sin duda, pero que renacerá de sus cenizas para volvernos a conquistar.

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