09 abril 2009

La señora de Gutiérrez


Jan de Jager




Homenajito a Osvaldo Lamborghini




Los grandes son muy raros, cómo no te van a dejar ir a la casa de una señora que tiene tele y te deja ver los dibujitos, y además te convida con helado. La mamá de Jorgito es una mala porque no lo deja ir más a la casa de la Sra de Gutiérrez. Nosotros vamos al colegio en el turno tarde así que en el verano está buenísimo ir a la casa de la señora de Gutiérrez porque ella es la única del barrio que tiene tele y nosotros no dormimos la siesta porque a esa hora estamos acostumbrados a ir al colegio.

Los dibujitos yo ya los conocía del cine pero en el cine son con colores. En la tele son todos grises. Y hay otros dibujitos que son solamente de la tele. Está Tomiyerri, que son un gato y un ratón, está Astroboy que es solamente de la tele y es un robot amigo del Doctor Élefan, y camina haciendo un ruido chuic chuac. Después está también el oso Yogui que se come todos los pic nics. Y tiro loco Magró que habla raro. También hay uno que no es dibujito, son marionetas con hilitos que a veces se ven y que se llaman el capitán Marte y el XL5.

Siempre íbamos con Jorgito, y la Sra. de Gutiérrez nos daba helado con licor de huevo. El licor de huevo es amargo – pero con helado está bastante rico. A Jorgito no le parece amargo pero él está acostumbrado, la abuela a veces le da una copita de oporto y él se la toma. Hasta dice que le gusta.

Después que terminan los dibujitos jugamos al “Serio” con la Sra de Gutiérrez. Hay que hacer caras raras o decir cosas graciosas para que el otro se ría, y ahí pierde. Al principio perdíamos en seguida, pero después no, y ahí la Sra de Gutiérrez nos explicó lo de los niveles. Primero nos explicó el segundo nivel, que era “Serio con costillas”.

El otro te hace costillas y vos te tenés que aguantar la risa. Costillas en los sobacos y en las costillas mismas, claro. Si te aguantás, pasamos al otro nivel que es costillas en las patas. Como es verano y vamos de ojotas, no es tanto lío. De ojotas y de chor. También, yo me di cuenta que el licor de huevo da mucha gracia, ella creo que nos da para ganar ella. Casi nunca se ríe.

Una vez que nos aguantamos hasta las patas, tocó el nivel “Arma secreta” que es hacer costillas en el pitulín. Al principio ahí perdíamos siempre, pero un día dijimos antes con Jorgito que nos aguantemos a ver qué nivel seguía, y estaba buenísimo. Se llama “Obedezca”. Cuando el pitulín se pone duro, nos bajamos un cachito el chor y a darle cachotes al pitulín para que se baje, pero siempre justo entonces se pone más duro y más para arriba – es muy chistoso. Ahí teníamos que decir “Bájese, obedezca”, y darle otro cachote.

“No obedece” decíamos como en chiste. “¿Por qué no obedece?” Y más cachotes.


Y después el otro nivel es trompetita que no te voy a decir cómo se juega porque es un secreto y además me da vergüenza. Otro día quizás te cuento si me animo. El último nivel que llegamos era trompetita con helado, que está buenísimo, pero ahí el tonto de Jorgito le dijo a la mamá y ella no lo dejó ir más. Yo a veces seguí yendo solo.

El otro día no fuimos a lo de la Sra de Gutiérrez y estábamos con Jorgito en la cueva del arbusto del baldío de los abrojos y le dije si quería jugar a la trompetita conmigo. Se fue enojadísimo diciendo que eso no se hace y que se lo iba a contar a mi mamá. Me dijo que el abuelo le había dado con el cinturón cuando le contó lo de “Obedezca”.

“Además”, me dijo, “trompetita sin helado es un asco”

Fui varias veces más a lo de la Sra de Gutiérrez pero jugar al serio de a dos es más aburrido, y encima con un grande –

Aparte me da nervios. Y después igual nos compramos una tele nosotros.


II

Un día íbamos con mi mamá a la verdulería y nos encontramos con la Señora de Gutiérrez.

- No venís nunca más a visitarme, ¿eh?

- No, le dije, es que ahora nosotros también tenemos tele.

Dijo mi mamá: ¡Nene, qué guarango! ¿Cómo le vas a decir eso? Perdoneló señora, es que estos mocosos últimamente –

- No se preocupe, vecina, son chicos, yo sé como son los chicos.


Cómo somos los chicos, siempre se andan quejando de cómo somos los chicos, pero los grandes, los grandes esos sí que son muy raros –

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