Federico Villanueva
De Caracas y la modernización de Venezuela
Las edificaciones van a representar 55% de la inversión nacional total en construcción pública y privada desde 1950 a 1957, incluyendo importantes realizaciones estatales de modernización urbana en Caracas. De 1958 a 1979, la proporción de las edificaciones en la inversión total de construcciones va a subir hasta el 60%. Gran parte de esas inversiones en edificaciones, así como una parte significativa de lo invertido en otras construcciones, se va a concretar en la transformación del medio ambiente construido o costra técnica de Caracas, como caso extremo de la forma de urbanización venezolana, donde va a reflejarse de manera concentrada el proceso de modernización caracterizado en el desarrollo de grandes ciudades, productos de la tecnología y de la explosión e implosión demográfica. Si en todo el mundo las ciudades con más de un millón de habitantes no eran más de 49 hacia 1950, Caracas será la primera ciudad venezolana que entre en ese rango hacia mediados de esa misma década, a partir de la muy modesta ciudad que era en la Venezuela pre-petrolera de 25 años antes.
En la primera mitad de la década de 1920, Caracas llega a 100.000 hab. A fines de 1945 tiene 500.000 habitantes, en 1955 llega a su primer millón de habitantes, en 1968 a 2.000.000, y para 1990, a 2,88 millones de habitantes. Si llegar al primer medio millón de habitantes tomó casi 380 años, el primer millón se alcanza en los siguientes 10 años y el segundo en 13, produciéndose una posterior desaceleración del crecimiento poblacional que, en 23 años, no alcanzó al tercer millón.
El impacto del desarrollo petrolero en la capital es tal, que entre 1936 y 1971 la población se multiplica por 9, el área de la ciudad por 6 y las necesidades de transporte por 8,5. La ciudad que en 1875 tenía un área construida de unas 220 Has, se extiende a 542 Has en 1936, agregándose otras 61 Has para 1938, mientras otras 84 se encontraban en estudio para su incorporación dentro del área urbana; 129 Has se incorporan para 1939 y 174 más para 1940. La Caracas de 163.000 habitantes en 542 Has de 1936, se transforma en una ciudad de 700.000 habitantes ocupando más de 4.500 Has en 1952. De hecho, aunque los criterios de distintas fuentes de información para definir el límite urbano puedan diferir, la sola urbanización del este del valle central incorporó un área tres veces superior a la del casco central, que es prácticamente equivalente a la ciudad pre-petrolera. Cuando comienzan a urbanizarse las colinas del sureste, hacia los inicios de la década de 1950, se desata un proceso de expansión dispersa sobre un área aún dos veces mayor, equivalente a siete veces el casco central o la antigua ciudad. Utilizando definiciones equivalentes del límite urbano, la ciudad creció de 4.000 a 11.000 Has, entre 1945 y 1966, pasando la densidad global de 125 hab./Ha, a 175 hab./Ha.
El Área Metropolitana Interna, definida por la Oficina Metropolitana de Planeamiento Urbano contemplando zonas desocupadas, tenía una extensión de 34.139 Has y presentaba una densidad global de 84 hab./Ha a fines de 1990. Acicateada por la importación de avances tecnológicos en el transporte y en los sistemas de control y de comunicación instantánea, en la capital se han venido desarrollando las modernas tendencias centrífugas del fenómeno de urbanización: la dispersión urbana sobre las áreas adyacentes sobreponiéndose a las divisiones político-administrativas tradicionales, creando un área metropolitana extensa con diversos sub-centros donde también persiste el centro primario; la suburbanización periférica, combinando la de los residentes de ingresos medios y altos con la de desarrollos no controlados de pobladores de bajos ingresos; la rápida construcción de una nueva planta física con efectos transformadores de las zonas preexistentes; la congestión automotriz y la contaminación ambiental; todo ello determinando una necesidad creciente, y en términos generales insatisfecha, de planeamiento urbano y regional, no solo físico sino social, económico y administrativo.
Con el impacto petrolero, Caracas sufre un proceso acelerado de transformación. Hacia 1936 el viejo orden urbano entra en crisis. Va a producirse el retrazado vial determinado por el Plano Regulador de 1939 sobre la cuadrícula central, la renovación urbana de El Silencio y, sobre todo, la expansión que construyó la extensa zona metropolitana que hoy conocemos.
Hacia 1946, con la emblemática “bola” de acero que demolió el Hotel Majestic, comienza la fase de transformación radical de la estructura urbana, en un agudo proceso de metropolización-modernización que aún persiste. Una vez restauradas las posibilidades de importación, los recursos económicos acumulados durante la segunda guerra mundial van a dedicarse en gran parte a la construcción de la capital. La ciudad crece violentamente, se diversifica y segrega. En ella van a asentarse importantes contingentes de inmigrantes externos e inmigrantes internos (para 1950, el 56% de la población caraqueña provenía de movimientos migratorios, mayormente internos), van a surgir nuevos sectores de clase media y se producirá la coexistencia de un sector de la ciudad relativamente controlado con grandes áreas de desarrollos residenciales no controlados, o “barrios de ranchos”.
Si hasta la década de 1930 la Plaza Bolívar se mantuvo como principal centro de reunión urbana, ya para mediados de la década de 1950 existía una metrópoli dominada por las relaciones impersonales, por lo colectivo y abstracto sobre lo personal e individual. Como en toda gran ciudad de los países subdesarrollados, en Caracas la interacción urbana potenciada por la concentración es más potencial que real. Las migraciones masivas que explican la excepcional aceleración de su crecimiento difícilmente se adaptaron a la vida urbana o pudieron satisfacer sus expectativas de mejoramiento de condiciones de vida, a pesar de encontrarse en su tercera generación. Las limitaciones impuestas por el gran peso de la población de bajos y muy bajos ingresos, cuyas condiciones socioeconómicas no mejoraron sensiblemente a largo plazo, se reflejan en el incipiente desarrollo del sistema de creencias que constituyen la cultura urbana. Ello resultó en una aglomeración de personas tan grande como la de muchas ciudades de países desarrollados, pero donde el grueso de la población apenas accede a un nivel mínimo de condiciones físicas de urbanización y a las oportunidades y amenidades de la vida urbana. Es la segregación en el “consumo de ciudad” que se construyó con los desarrollos no controlados y con la concreción espacial de una sociedad donde la distribución social del excedente terminó concentrándose en pequeños sectores privilegiados.
La preeminencia de las relaciones interpersonales secundarias, segmentadas y utilitarias sobre las primarias, basadas en sentimientos y emociones, no es cabal en aglomeraciones densas y heterogéneas sin suficiente interacción social real, es decir, en metrópolis tercermundistas como Caracas. Importantes segmentos de su población, preteridos en el desarrollo socioeconómico y cultural, mantienen comportamientos más tradicionales que racionales donde persisten las relaciones primarias en formas heterodoxas e inestables de familia, con predominio de las mujeres jefes de hogar. La metropolización debilitó los controles sociales informales, sin sustituirlos por controles formales igualitarios, adecuados y aceptados, contribuyendo al desarrollo de graves problemas sociales urbanos como la infancia abandonada, la delincuencia y la drogadicción.
Frente al desarrollo incontrolado del suelo, el descontrol de densidades, la proliferación de barrios con servicios inadecuados y la decadencia general del ambiente urbano, las respuestas venezolanas fueron las clásicas: planificación urbana, renovación urbana y otros mejoramientos cualitativos vinculados al diseño urbano; promoción pública masiva de viviendas; y tímidos intentos de consolidación de barrios. A ellas se sumó en Caracas la política de descentralización desde mediados de la década de 1970. Todas resultaron insuficientes. Tras un complejo proceso histórico de más de sesenta años, la institucionalidad establecida: con sus modelos de desarrollo, fracasó en su objetivo de mejoramiento sostenido de las condiciones socioeconómicas de la mayoría de los pobladores urbanos; y con sus modelos de desarrollo urbano, en sus intentos de generalizar condiciones suficientes de urbanización para todos. Nuestras ciudades, particularmente la capital, así lo testimonian. Una parte sustantiva de la población de Caracas vive en barrios de ranchos con infraestructuras viales y sanitarias muy precarias y escasos e inadecuados servicios comunales, mientras otra parte similar reside en deterioradas urbanizaciones de promoción pública donde las condiciones de vida no son mucho mejores. Los propios servicios de la ciudad controlada, en general, se han hecho insuficientes y han sufrido un fuerte desmejoramiento a consecuencia de la profunda crisis económica que persistió desde inicios de la década de 1980 hasta el 2000, solapándose a la crisis administrativa de más larga data, vigente hasta el presente.
De la planificación del desarrollo urbano
Con la metropolización de Caracas se desarrolló también la administración del urbanismo en instrumentos y ordenanzas de control urbano y planos reguladores.
Para 1898, en las Notas para el Código de Construcciones en lo relativo al alineamiento de las construcciones en la Vía Pública, Ricardo Razetti señalaba la necesidad de que toda población tuviera un plano general de alineamiento aprobado por el Concejo Municipal. En el Primer Congreso de Municipalidades, de 1911, se abordó por primera vez la necesidad de establecer para todos los municipios del país una Ordenanza de Vías de Comunicación y demás Obras Municipales, en la que se aspiraba dar cuerpo orgánico a competencias, disposiciones y organismos de control y sanción.
Al iniciarse la modernización petrolera, hacia 1926, la reglamentación para la construcción de áreas públicas y edificaciones en el Distrito Federal correspondía a la Sección de Arquitectura Civil de la Ordenanza de Policía Urbana y Rural, con reglas referentes a permisos, alineamientos, tamaño de aceras, ancho mínimo de calles, chaflanes, empotramientos, porcentaje de ubicación, altura de las edificaciones, incluyendo, también, los procedimientos previos a toda construcción o demolición y la normativa en higiene y salubridad de acuerdo con los distintos tipos de edificios públicos e infraestructura urbana. Esta fue sustituida en 1930 por la Ordenanza Sobre Arquitectura Civil, que reglamentaba la amplitud de los retiros para todas las vías de salida del centro urbano y establecía restricciones, procedimientos y normas mucho más exhaustivas y pormenorizadas para controlar el primer desbordamiento del desarrollo urbano de la capital, estipulando los anchos de las avenidas principales y calles en las urbanizaciones, así como las áreas a reservar para algunos servicios comunales. Ya en 1933 se establecen reglamentaciones y controles precisos de ingeniería sanitaria para la construcción en general. Desde 1924 la Ingeniería Municipal del Distrito Federal llevaba un registro de permisos de urbanización, que en el Distrito Sucre comienza a partir de 1940. Esto, en cuanto a los incipientes instrumentos de regulación y control de la producción privada de ciudad.
Pero el acelerado proceso de transformación de la ciudad moderna va a plantear nuevas dimensiones de problemas que requerirán de un mayor desarrollo del planeamiento urbano como función gubernamental y práctica técnica o profesional, más allá de estas primeras normas, del ornato urbano del pasado, de los primeros tímidos intentos de tropicalizar la ciudad-jardín y de los avances de la ingeniería de infraestructuras urbanas.
El desarrollo de las infraestructuras para el transporte automotor intra y extraurbano, incluyendo los requerimientos de un retrazado sobre la ciudad existente, que resolviera los problemas del creciente tráfico y superara las clásicas limitaciones de la cuadrícula sin jerarquías viales; la localización de edificaciones para un Estado en expansión, material y simbólica; las necesidades de vivienda pública y de servicios comunales; y la normativa y complemento del crecimiento y extensión por promoción privada son los problemas crecientes desde el impacto petrolero sobre la capital. Para guiar las inversiones urbanas del Estado, preservar los valores de la propiedad del suelo, ordenar el surgimiento de nuevos usos, la estructuración entre ellos y la intensificación de la construcción, van a formularse diversos planes de ordenamiento y zonificación, hasta los más modernos, con un enfoque más que físico, incluyentes no sólo de la ordenación de los sistemas de circulación urbana, sino de los conceptos de sistemas interrelacionados y con su entorno. Aunque su aplicación haya sido limitada y sus resultados discutibles, los planes constituyen capítulo importante en la historia del urbanismo de Caracas.
En 1936 se toman las primeras aerofotografías de toda la ciudad. Para fines de ese año se elabora el primer Plan de Urbanismo de Caracas, de la Asociación Venezolana de Ingenieros y el Ministerio de Obras Públicas. Este esbozo de plan para toda la ciudad no pudo desarrollarse, por suponer restricciones inéditas al derecho edificatorio privado y por conflictos entre el Concejo Municipal y la Gobernación de Caracas. Poco después la Gobernación impone el Plan Monumental de Caracas o Plan Rotival de 1939, aprobado corno Plan Director de Calles y Avenidas, que guió el desarrollo de la circulación en el casco central hasta la actualidad. Esta propuesta del urbanismo académico francés colocaba el acento fundamental en la valorización de un gran proyecto de diseño de renovación urbana y se concentraba en el sventramento de la ciudad del DF, sin propuestas para el ensanche hacia el este.
Ya para 1942, la nueva Ordenanza sobre Arquitectura, Urbanismo y Construcciones en General del DF, descarga parte de sus competencias sobre el Plano Regulador. En el mismo año y durante los tres años siguientes debió ajustarse el Plan Director de Calles y Avenidas para la construcción de la renovación urbana de El Silencio.
En 1950 aparece oficialmente, con fines estadísticos y censales, la denominación Área Metropolitana de Caracas, que para la época no incluía zonas como Macarao. En 1951 la Comisión Nacional de Urbanismo elaboró el Plano Regulador y de Zonificación para Caracas, gestionando su aprobación como Plano Regulador para el Distrito Federal en 1952 y para el Distrito Sucre en 1953. Las Ordenanzas de Zonificación correspondientes fueron posteriormente modificadas y finalmente aprobadas en 1958, cuando ya la comisión había sido declarada inexistente, pasando sus atribuciones, teóricamente, al Ministerio de Obras Públicas.
El nuevo Plano Regulador, referido a la ciudad en su conjunto, mantenía la continuidad con lo que persistía del Plan Director de Calles y Avenidas de 1939, presentaba consideraciones de escala nacional y regional, definía el carácter y los elementos urbanos, e incluía propuestas para los usos del suelo y los sistemas de circulación urbana. Utilizaba la clasificación de la ciudad por componentes, según las pautas de la Carta de Atenas, apelaba a la Unidad Vecinal como forma base de organización, determinaba la jerarquización de infraestructuras viales y la zonificación concentrada de áreas comerciales, industriales y verdes, para enfrentar problemas clásicos de planificación urbana del siglo XX, como la extensión y densificación, la circulación automotriz cada vez más compleja y con mayor tránsito, la dispersión de la administración pública, la desorganización de las actividades comerciales e industriales, los requerimientos de distintos servicios, y la particular escasez de zonas recreacionales. En fin, el Plano Regulador y de Zonificación de 1951 era un instrumento que preveía metas a largo plazo y servía de base a las ordenanzas de zonificación.
Entre 1946 y 1957, la Comisión Nacional de Urbanismo no solo se ocupó del Plano Regulador, sino que intervino en los estudios y en la aprobación de múltiples proyectos urbanos en Caracas. Para la construcción de la infraestructura vial se utilizaron, en esos años, comisiones especiales asesoras de los avalúos y las expropiaciones. Asimismo, la Comisión participó en referencia a varios planes zonales y a estudios especiales, como el de los ranchos de la ciudad en 1950.
Con todas las dificultades que tuvo su gestión, además de las estructurales del tipo de planificación que proponía, la Comisión Nacional de Urbanismo concentró un gran poder de decisión sobre el desarrollo de Caracas en su época crítica de expansión. Sin embargo, con su liquidación, del Plano Regulador de 1951 sólo quedaron las Ordenanzas Municipales de Zonificación, en las versiones modificadas y aprobadas tardíamente. Estas, como formas legales de regulación de los usos del suelo, de las densidades, las alturas y los volúmenes de las edificaciones y su separación, debieron servir para ordenar los espacios, construidos y abiertos, en nuevos desarrollos. Pero la ausencia de criterios de diseño urbano y su difícil conciliación con la división de la propiedad del suelo, con los mecanismos de la renta del suelo y con el máximo beneficio de cada propietario, limitaron su capacidad de producir espacios urbanos con objetivos cualitativos. Al mismo tiempo, ese tipo de Ordenanzas no constituye mecanismos apropiados para la acción sobre la ciudad existente. Los procesos de renovación urbana, de rehabilitación urbana y de promoción de viviendas públicas requerían de otros instrumentos, más orientados hacia el diseño urbano, como los que había manejado la Comisión Nacional de Urbanismo y que no fueron retomados por otro organismo general de planificación y control urbano, quedando cada proyecto urbano desarticulado de referencias generales y, a lo sumo, bajo el control de algún organismo especial o sectorial, como el Banco Obrero o INAVI, el Centro Simón Bolívar o, posteriormente, la Compañía Anónima Metro de Caracas.
De 1960 a 1973 operó como organismo rector de la planificación de la ciudad la Oficina Municipal de Planeamiento Urbano, constituida en Oficina Metropolitana de Planeamiento Urbano desde 1973 hasta su liquidación, 20 años después, cuando comienzan a desarrollarse Oficinas Locales de Planeamiento Urbano en las cinco alcaldías independientes del Área Metropolitana y el Ministerio del Desarrollo Urbano intenta producir un Plan de Ordenación Urbanística para toda la zona metropolitana. La OMPU presentó el Plan General Urbano Caracas 1990 a fines de la década de 1960, el Plan Caracas 2000 en 1981 y el Plan Rector o Estrategia para Caracas en 1983-84, ninguno de los cuales fue aprobado. Sin embargo, llegó a desarrollar importantes Planes Zonales y algunos estudios sectoriales, como los de transporte y de centros de empleo, constituyendo, como la Comisión Nacional de Urbanismo en su época y la Corporación Venezolana de Guayana en su primer período, un importante centro de formación de recursos humanos calificados en planificación regional y urbana.
A través de elaborados análisis demográfico-económicos, de estudios de demandas de espacio y localización de los distintos sistemas de actividades urbanas, así como de complejos y eficientes modelos matemáticos de simulación de la interacción urbana, los grandes objetivos de los últimos planes generales elaborados en OMPU eran: el arreglo ordenado de las partes especializadas de ciudad con un sistema de circulación intra e interurbano eficiente; el desarrollo normado de cada tipo de parte de ciudad con normas de parcelamiento y de áreas de servicios; la provisión de áreas residenciales adecuadas y diferenciadas tipológicamente para todos los estratos sociales, es decir, la forma técnica de la segregación zonal que siempre marchó, en la práctica, contemplada o no en los planes. Asimismo, los planes consideraban la distribución de servicios comunales adecuados de todas las escalas; y propuestas de usos e intensidades de usos que implicasen economías en los servicios de infraestructura. Para todo ello, de acuerdo a la ideología predominante en la planificación para el momento, más que concentrarse en el Plan Regulador o Maestro como resultado, hacían énfasis en la planificación de los procesos que van configurando la ciudad donde se van obteniendo los objetivos. Pero estos procesos escapaban al área de competencia y al poder real de OMPU, mientras las decisiones correspondían a la Comisión Metropolitana de Urbanismo y a los Concejos Municipales. Sin mencionar las limitaciones estructurales que pueda tener cualquier normativa instrumental, así sea con base científica, para controlar el desarrollo en la ciudad real. Limitaciones tan importantes como las del diseño urbano, por cierto ausente en las actividades de OMPU; para ir más allá de algunos resultados particulares en ciertas zonas de ciudad.
Por otra parte, los organismos nacionales, como el Ministerio de Obras Públicas y el posterior Ministerio del Desarrollo Urbano, continuaron dictando normas que afectaron el proceso de urbanización, incluyendo las desaforadas Normas para Equipamiento Urbano, de 1985.
Con la actuación urbana del Banco Obrero y del posterior INAVI, de acuerdo a sus normas particulares, junto a la relativa autonomía del Centro Simón Bolívar en sus actuaciones urbanísticas, y la descoordinación de los planes y ejecuciones de los distintos organismos de infraestructuras y servicios urbanos, casos como el de la lucha política por el control del primer Plan de Caracas, el desfase entre el segundo Plan y las Ordenanzas de Zonificación, el desconocimiento y posterior liquidación de OMPU, o la desarticulación en la elaboración del Plan de Ordenamiento Urbanístico de 1995 del MINDUR, con las de los Planes de Desarrollo Urbano Local de los municipios, son la forma caraqueña de presentarse problemas clásicos en la planificación de grandes ciudades: las complejidades en la relación entre la elaboración de planes y su gestión; el control real de la construcción de ciudad por los particulares y la ejecución de inversiones y obras como instrumentos activos de planificación; la cuestión de las autoridades a cargo, centrales o locales, legislativas, ejecutivas o especiales. Dentro de una mezcla de planificación económica y sectorial con territorial y urbana, cada una con legitimidades y posibilidades diferentes en una determinada sociedad capitalista. El panorama se hizo aún mucho más complejo en los últimos tiempos, con la participación directa de organizaciones vecinales de la sociedad civil, y no sólo de sus representantes electos en los gobiernos locales, o en el nacional.
De las infraestructuras urbanas
Las infraestructuras de la ciudad de Caracas debieron adaptarse a la nueva etapa de su desarrollo, caracterizada por su crecimiento acelerado y expansivo.
La pequeña red telefónica local de mediados de la década de 1920 pasó a convertirse en un complejo sistema nacional con más de un millón de suscriptores y en constante actualización tecnológica, desde las centrales magnéticas hasta las centrales digitales y las líneas de fibra óptica de la década de 1990, pasando por los sistemas de microondas, cables submarinos y satélites, al tiempo que su propiedad y administración, privada y extranjera hasta 1953, fue nacionalizadas, para volver a privatizarse parcialmente casi 40 años más tarde, y renacionalizarse últimamente.
El sistema de electrificación y alumbrado público de la ciudad, en concesión de las municipalidades al capital privado desde el período pre-petrolero, debió incorporar las plantas termoeléctricas del Litoral Central e interconectarse con el sistema nacional de generación, mientras se multiplicaban las sub-estaciones urbanas y la red de distribución, en proporción al crecimiento urbano y del consumo de este tipo de energía.
El acueducto de Caracas incorpora los pozos del 19 de Abril y El Paraíso hacia 1931. En esa misma década se estudian proyectos para aprovechar las aguas de las quebradas al este del valle central. En la de 1940 se construyen las instalaciones de captación de aguas en La Mariposa y Agua Fría, ya ésta en la cuenca del Tuy. En la década de 1950 se consolida el manejo de los acueductos del este y se desarrollan los estudios y las obras del Tuy I, para traer a la capital aguas provenientes de este río, más allá de las hoyas de los ríos metropolitanos. Al sistema se suman el Tuy II en 1967 y el Tuy III a inicios de la década de 1980. En 1995 se construye el sistema Tuy IV y deben efectuarse grandes inversiones para rescatar y actualizar el conjunto de los sistemas y de la deteriorada red de distribución. Todo ello en ciclos de crisis de abastecimiento, donde el crecimiento de la concentración poblacional va rebasando las posibilidades hidrográficas inmediatas y la capacidad de las instalaciones, requiriendo cada vez de soluciones tecnológicas más complejas. Por otra parte se van construyendo y reconstruyendo nuevas redes cloacales y de drenaje y, desde la década de 1930 se emprenden los primeros proyectos de saneamiento y embaulamiento del Güaire, cuyos tramos, junto a los del río El Valle, van completándose en las tres décadas siguientes, incluyendo el sistema de colectores marginales. En estos procesos juega papel fundamental la creación del INOS en 1943, que centraliza en el Instituto de Acueductos y Alcantarillados del Área Metropolitana atribuciones y controles antes divididos entre el MOP y las municipalidades.
Con todo, las transformaciones infraestructurales más evidentes y definitorias de la forma de la nueva ciudad corresponden a las de transporte. En 1946 se construye el aeropuerto de La Carlota dentro del área urbana, y desde la década del 70 otros aeropuertos menores en la gran región metropolitana. Las instalaciones del aeropuerto principal, en Maiquetía, fueron reconstruidas tres veces en el período petrolero y, desde 1953, entra en servicio la autopista que lo comunica con Caracas.
La infraestructura vial debe responder al vertiginoso crecimiento de los vehículos automotores, que de 12.000 matriculados en 1942, pasan a más de un cuarto de millón en 1966, cuando la ciudad ya tenía 1 carro por cada 11 habitantes y el 17% del área ocupada correspondía a vialidad, con un 26% de vías rápidas.
Los principales componentes de la red vial de la ciudad se construyen desde mediados de la década de 1940 hasta finales de la siguiente, de acuerdo a los lineamientos de los Planos Reguladores. En las décadas siguientes se completa la red de grandes infraestructuras viales del Área Metropolitana.
Por otra parte, los estudios para un sistema subterráneo de transporte rápido y masivo para la ciudad se remontan a la década de 1950. Se retomaron una y otra vez, hasta que a fines del período de mayor riqueza relativa del país, en 1983, se inaugura el primer tramo de la primera línea del Metro de Caracas. En la actualidad éste cuenta con tres líneas completas y parte de la cuarta, siendo las completas la Catia-Petare, la de Caricuao, y la de la Plaza Venezuela y por El Valle.
De la segregación residencial
La explosión de la ciudad, con transformación del lo previamente existente y crecimiento en varias direcciones, va a incluir la estructuración, formal o informal, de los sistemas de financiamiento y obtención de distintos tipos de viviendas en urbanizaciones de distinta clase, para los diferentes niveles de ingresos, en un clásico proceso de segregación social del consumo del espacio residencial.
Los pobladores de mayores ingresos se desplazaron desde sus zonas tradicionales en el actual centro de la ciudad, ocupando originalmente urbanizaciones como El Paraíso, Los Chorros, Caracas Country Club o La Lagunita, para mantenerse hasta la actualidad en algunas de ellas, además del último proceso de densificación de lujo de urbanizaciones tradicionales del este y próximo sureste.
Para los sectores superiores de las capas medias de la población se promovieron urbanizaciones como La Florida, Campo Alegre, Los Palos Grandes, o Prados del Este, varias en las inmediaciones de las de más altos ingresos. En décadas posteriores los mismos sectores ocuparon varias nuevas urbanizaciones del sureste y parte de las edificaciones multifamiliares en esa zona y en el propio este del valle central. Los ingresos medios propiamente dichos y las capas de ingresos inferiores dentro de los medios, continúan ocupando algunos sectores transformados de la periferia del centro tradicional; ocuparon urbanizaciones como San Agustín y El Conde, donde regresaron con el Parque Central; y otras, tanto al este del valle central como en el sureste. También urbanizaciones al oeste de El Paraíso y hacia El Valle; y los de menores ingresos, al suroeste de éstas y hacia Catia. Parte de los desarrollos urbanísticos y de viviendas del Estado se dirigieron hacia capas de ingresos medios, otros a los sectores de ingresos inferiores de estas mismas capas y otras, como el 23 de Enero, a los sectores superiores de los pobladores de bajos ingresos. Para las capas intermedias y de menores ingresos dentro de los bajos, se contemplaron unos pocos desarrollos del Estado, cada vez más periféricos y de menor calidad, quedando para el grueso de esta población las casas de vecindad o pensiones de algunas zonas del centro y, fundamentalmente, los barrios de ranchos.
En 1940 habían poco más de 2.000 apartamentos, 30.000 casas y 8.000 ranchos en Caracas. Para 1960 estas cifras se habían incrementado a 83.500, 83.000 y 53.000, respectivamente. Debe considerarse que la denominación “rancho” se refería más al estado de la vivienda que a sí estaba construida dentro de desarrollos no controlados o barrios, lo que permitió contar 19.000 en 1950, cuando un estudio de mayor profundidad y con criterios más urbanísticos, hecho por el Banco Obrero apenas tres años después, cuantifica 54.000 viviendas en barrios de ranchos. En el Área Metropolitana Interna había unas 600.000 viviendas ocupadas para inicios de 1991: cerca de 300.000 apartamentos y 70.000 casas en desarrollos controlados; y cerca de 228.000 viviendas en edificaciones desde multifamiliares a unifamiliares aisladas y “ranchos” propiamente dichos, en desarrollos no controlados de barrios.
Algunos de los barrios de ranchos de la ciudad, comienzan a conformarse desde finales del siglo XIX. Pero buena parte de las que hoy constituyen grandes zonas continuas de barrios se desarrollaron hacia la segunda parte de la década de 1930, mediados de la década de 1940 y, sobre todo, desde finales de la siguiente, coincidiendo con momentos de cambios políticos.
Ya para 1951 se presenta un informe a la Gobernación del Distrito Federal, que implica el reconocimiento de las zonas de barrios como parte de la ciudad que tiende a permanecer, adelanta tipos de soluciones técnicas para urbanizar estas zonas en edificación progresiva y recomienda emprender estudios para establecer las características de urbanización existentes en cada zona de barrios y determinar las obras e inversiones necesarias para completar su urbanización. Tendrán que transcurrir 43 años para que se elabore un estudio de este tipo para todas las zonas de barrios del Área Metropolitana de Caracas. En los años 50 más bien se optó por emprender la “batalla contra el rancho”, con Caracas como frente principal. Esta política de producción masiva de viviendas de promoción pública para pobladores urbanos de bajos ingresos, aunque no pudo erradicar los barrios, fue la que permitió que Caracas sea, entre las grandes ciudades venezolanas, una de las que, comparativamente, tenga menos barrios; en el sentido de que sólo el 40% de su población reside en este tipo de desarrollos, mientras en el conjunto de las ciudades supera el 61%.
En 1953, las principales zonas de desarrollo no controlado de barrios de ranchos eran el norte de la Parroquias San José, La Pastora y Altagracia, Catia, Antímano, La Vega, la ladera norte a ambos lados de Roca Tarpeya, El Valle, Sarría-Tiro al Blanco, Chapellín y los cerros de Petare.
Entre 1953 y 1991, la población de la ciudad se triplica y las viviendas en barrios se cuadriplican. Para la última fecha existen 14 grandes zonas continuas donde se concentra más del 90% de la población residente en desarrollos no controlados: Ojo de Agua, Catia Noreste, Cotiza, Petare Norte, Catia Oeste, 23 de Enero-San Martín, Cementerio-Cota 905, Petare Sur, Antímano, La Vega, Valle-Coche, Las Minas, Macarao y Caricuao. En cada una de las siete mayores reside una población superior a la del Municipio Chacao.
Así como la urbanización controlada de las colinas del sureste requirió de la adaptación de los proyectos y de las ordenanzas que los regulaban a las extremas condiciones topográficas existentes, la invasión no proyectada de los cerros con fuertes pendientes por las zonas de barrios acarreó condiciones muy precarias de servicios locales de infraestructuras, particularmente en lo referente a la vialidad vehicular. Esta condición se ha mantenido a lo largo de los años y, con la carencia de obras urbanas estructurantes de las grandes zonas de barrios con el resto de la ciudad, constituyen la principal característica de la urbanización, por debajo de cualquier norma, de los barrios caraqueños. Además, como el resto de la ciudad, tienen fuertes restricciones para su crecimiento en extensión, y es así como, de su crecimiento interanual del 2,4%, el 1,78% corresponde a densificación, creando problemas particulares de los que están exentos las 4/5 partes de los barrios del país.
De la forma de expansión de la ciudad
En los setenta años transcurridos desde que el petróleo pasó a ser el principal rubro de exportación, la población de Caracas se multiplicó casi 30 veces y la ciudad se dispersó sobre las áreas adyacentes, creándose una extensa área metropolitana sobrepuesta a las divisiones político-administrativas tradicionales. La expansión de la ciudad integró varios pueblos y poblados del Distrito Federal y del Estado Miranda, como Antimano, La Vega, Macarao, EI Valle, Chacao, Petare, Baruta y El Hatillo. Como el uso residencial es el que demanda el mayor porcentaje del área urbana, la forma de crecimiento de la ciudad puede presentarse como la del desarrollo de nuevas urbanizaciones residenciales de promoción pública o privada, que determinaron la expansión de la ciudad hasta su forma contemporánea. De esta manera, las urbanizaciones de Caracas van a ir ocupando el valle del Güaire hacia el suroeste, las planicies y colinas al noroeste del valle central, El Valle al sur, el propio este del valle central, y los valles y colinas del sureste.
El eje de desarrollo residencial en el abra del Güaire, desde el valle central hacia el suroeste se vio interrumpido en la margen derecha del río, donde desde principios de siglo hasta 1934, se venían construyendo urbanizaciones para pobladores de altos y medios-altos ingresos. La hacienda La Vega continuó en producción agrícola hasta la década de 1950 y solo posteriormente se inició el desarrollo residencial de Montalbán-La Vega, último de urbanización y edificación privada en el oeste de la ciudad y donde, en la segunda parte de la década de los 80, se construyó Juan Pablo II, final gran desarrollo residencial de promoción pública en Caracas. Adyacentes al oeste del poblado de La Vega y de la Fábrica Nacional de Cementos instalada en 1907, surgen los primeros barrios de ranchos en 1917, desarrollándose en las décadas de 1940 y 1960, por las colinas al este y sur del poblado y entre los superbloques de la década de 1950, hasta constituir una de las 14 grandes zonas de barrios de la ciudad actual.
Por la margen izquierda del río Güaire y desde la ladera sur del Cerro Central hacia Antímano, a lo largo del primer tramo de la Gran Carretera Occidental, se construyeron urbanizaciones para pobladores de ingresos bajos y medios-bajos, y también barrios de ranchos. Desde El Guarataro hasta El Algodonal se extendían nueve urbanizaciones residenciales para fines de la década de 1950, además de la urbanizaciones industriales San Martín y La Yaguara. La zona continuó densificándose durante las décadas siguientes, particularmente en las partes bajas hacia la avenida San Martín, con la construcción de edificios de apartamentos de promoción privada o pública. En El Guarataro aparece un grupo de ranchos rurales desde 1897. Esa parte de la zona de barrios se llena hacia 1936, mientras otras partes de la misma zona, originadas hacia 1927, desarrolladas en la segunda mitad de la década siguiente y saturadas a partir de la década de 1960, llegan a invadir la ladera norte del Cerro Central y la urbanización 23 de Enero, uniendo Catia con San Martín, desde ambas laderas del Observatorio Cagigal, El Calvario y Colombia, hasta Casalta y Vista Alegre, conformando una de las grandes zonas continuas de barrios de Caracas. Otra gran zona de barrios, la segunda mayor de Caracas, se desarrolló, fundamentalmente hacia 1947 y en la década de 1960, al oeste y en los cerros sobre Antímano y su zona industrial, hacia la carretera de El Junquito.
En la misma abra del Güaire y en el extremo suroeste de la ciudad se inauguró en 1968 la urbanización Caricuao, para entonces con 12.500 viviendas y planes para completar hasta 17.000, cuyos más de 100.000 habitantes la convertirían en la séptima ciudad del país. Sólo que ciudad-dormitorio de Caracas, que requirió para acceder a ésta de una autopista ejecutada desde fines de la década de 1960 y de una línea de Metro a fines de la década de 1980. Al sur y oeste de Caricuao y de la zona industrial de los telares, se desarrolló desde 1969 una de las grandes zonas de barrios de la ciudad, mientras en la otra margen del río, hacia Las Adjuntas y por el río San Pedro y la carretera vieja de Los Teques, a partir de 1940 aparecen barrios de ranchos, que van a desarrollarse desde fines de la década de 1950, para constituir otra de las grandes zonas de Caracas y, desde la década siguiente, van a producir la conurbación con Los Teques, a través de los barrios de la Carretera Vieja.
Otra dirección de expansión residencial de la ciudad fue hacia el noroeste de la quebrada de Caroata, el abra de Tacagua y Catia. Urbanizaciones de promoción publica y privada para pobladores de ingresos bajos y medios-bajos se construyeron en esta dirección desde finales de la década de 1920. hasta 1943, cuando ya se han desarrollado parte de los barrios de ranchos de la gran zona que hasta hoy se entremezcla con las urbanizaciones y algunas industrias en ese sector de la ciudad; nueve urbanizaciones populares, con conjuntos de superbloques y 26 barrios en cuatro agrupaciones principales se extienden desde Alta Vista al oeste hasta, más allá de la propia Pastora al este. Por la propia carretera vieja hacia La Güaira aparecen invasiones en 1921 (Blandín), hasta desarrollar, desde fines de la década de 1950, la gran zona de barrios de Plan de Manzano-Ojo de Agua.
Del lado sur del Camino de La Guaira desde Caño Amarillo, Colombia y Las Canarias, establecidas desde la década de 1920, y en la altiplanicie al extremo oeste, donde se desecó al efecto la laguna de Catia, el Banco Obrero urbanizó Nueva Caracas a fines de la década de 1920. Desde allí el municipio construyó poco después el camino por El Atlántico hacia La Quebradita y la vía de Antimano. Al noroeste de Nueva Caracas se desarrollan La Cortada, hacia 1932, y Los Magallanes; al oeste Ciudad Tablitas y Urdaneta, de 1946; al suroeste, Propatria, en 1939-40; y, al este, la urbanización industrial y residencial Los Flores, de comienzos de la década de 1930. Al oeste y sur de ese sector de la ciudad se construyen en la década de 1950 los superbloques de Urdaneta y Propatria; mientras hacia el este, en la ladera norte del Cerro Central se edifica los superbloques de El Atlántico y poco después, detrás de El Calvario, en la cañada de La Iglesia, el gigantesco desarrollo del 2 de Diciembre, hoy 23 de Enero, donde de 1955 a 1957 se construyeron 9.000 apartamentos en 26 superbloques, para 60.000 personas. En los cerros del extremo oeste de Catia, donde surgen algunos barrios desde la década de 1940, se desarrolla desde fines de la década siguiente, la mayor zona de barrios de Caracas, que para 1991 cubría 530 Has., con 130.000 habitantes.
Al sur de La Candelaria, de 1926 a 1928, se urbanizan y edifican por promoción privada San Agustín del Norte, con pequeñas viviendas continuas y, en parcelas mayores, El Conde, incluyendo EI Ensanche al este de la quebrada Anauco, en terrenos de la hacienda La Güía, hasta la redoma donde comenzaba el Parque Sucre, construido en 1925 en el bosque de Los Caobos. Son las primeras urbanizaciones adyacentes al sureste de la ciudad. Al sureste del actual casco central y al sur del Güaire, el Banco Obrero financia San Agustín del Sur a fines de la década de 1920, al pié del cerro donde, desde 1923, se asienta el barrio La Charneca, que da origen, a lo largo de las décadas siguientes, a la gran zona de barrios que se extiende por ambas laderas del cerro que separa al valle central del Cementerio General del Sur.
Hacia ese valle y la margen izquierda del río El Valle también se expande la ciudad: por El Portachuelo y la carretera del Sur, desde Buenos Aires y la urbanización hoy denominada Las Flores, accedida desde el centro por Puente Hierro, donde existió el tranvía que cruzaba el túnel de Roca Tarpeya hasta avanzada la década de 1930 y donde se construyeron posteriormente El Helicoide y la conexión de la Avenida Fuerzas Armadas con la Nueva Granada y la Presidente Medina. Allí se desarrollan urbanizaciones para la primera mitad de la década de 1930. otorgándose también el permiso para otras a fines de la década. En la misma zona se van a desarrollar posteriormente nuevas urbanizaciones, mientras, al sureste, en la ladera de El Valle, desde La Bandera hasta Coche, las invasiones comenzadas desde 1927 y continuadas en las décadas siguientes hasta inicio de los años 50, van a producir una de las grandes zonas de barrios de la ciudad. En las zonas bajas de la margen izquierda del río y al sur del pueblo de El Valle, el Banco Obrero construyó Los Jardines de El Valle en 1928-29 y, posteriormente, Las Veredas de Coche-Delgado Chalbaud, así como varios conjuntos de edificios, hasta la década de 1970. También se construyeron algunas urbanizaciones privadas. Al nordeste, en la otra margen del río, se urbanizan otras para pobladores de ingresos mayores, dentro de la tipología de urbanizaciones en colinas que caracterizará al desarrollo del sureste de la ciudad. El resto de las zonas planas en la margen derecha del Río El Valle hacia el suroeste, serán ocupadas por el conjunto monumental de Los Próceres y zonas militares.
Con todo, la dirección fundamental de expansión del área urbana fue hacia el este del valle central, con la urbanización de los campos de hortalizas aledaños, y de las viejas haciendas de caña y de café, a lo largo de la carretera del este, de la línea del tramo Quebrada Honda a Petare del Ferrocarril Central, y del tranvía Santa Rosa-Petare. Como conjunto de desarrollos independientes de promoción privada que fué, desde 1912 cuando se inicia al noreste del valle la lotificación para residencias “de temperamento” en Los Chorros, el surgimiento de las distintas urbanizaciones no obedeció a un patrón lineal oeste-este, desde el actual casco central, sino más bien a la intercalación de las iniciativas de los urbanizadores, de acuerdo a las negociaciones sobre las propiedades existentes. La organización más frecuente para la promoción de las primeras urbanizaciones privadas al este de Caracas fue la constitución de compañías denominadas “sindicatos urbanizadores”. Desde 1909 aparece la urbanización popular Santa Rosa, desarrollada con relación a la estación de tranvías y a la adyacente del ferrocarril en Quebrada Honda. El tren se dirigía a poblados como Sabana Grande, Chacao, Los Dos Caminos y Petare, antes de descender hacia los valles del Tuy. En la zona también preexistían puestos o paraderos de recuas con pulperías y corredores, como Chacaíto. A mediados de la década de 1930 se desarrolla Maripérez, adyacente a Santa Rosa, y a fines de la década se otorgan el permiso para la construcción de las urbanizaciones Prado Emilia, Guaicaipuro y San Bernardino, por la misma zona y hacia el noroeste. En 1939 se inicia la promoción de Los Caobos, en terrenos de la parte este de la hacienda Maripérez.
Entre 1928 y 1932 comienzan las urbanizaciones La Florida, Las Delicias, Country Club, Campo Alegre, Los Palos Grandes y Sebucán. En 1934 se observa el desarrollo de los poblados de Sabana Grande, Chacao y Los Dos Caminos. A fines de la década, se han otorgado los permisos para las urbanizaciones La Campiña y Sabana Grande. En 1941 comienza el desarrollo de Santa Eduvigis, El Pedregal de Chapellín, La Castellana y Altamira, que para 1942 estaba urbanizada, pero aún por edificar. En 1950 está casi lleno el este del valle central y para 1954, la urbanización Horizontes es el límite este del desarrollo.
La edificación en las urbanizaciones del este alcanzó su cúspide en la década de 1950, cuando la construcción en el Distrito Sucre superó a la del Distrito Federal. A mediados de la década siguiente se extendían 49 urbanizaciones residenciales edificadas (25 de ellas presentando construcciones multifamiliares de apartamentos). Sólo faltaba La Urbina, de fines de esa década, para colindar con la gran zona de barrios de los cerros de Petare Norte, desarrollada desde fines de la década de 1950.
El Parque de Los Caobos, el del Este, el aeropuerto de La Carlota y algunas urbanizaciones industriales, como Chacao-El Retiro, Los Ruices, Boleíta o Los Cortijos de Lourdes, así corno la mezcla con otros usos, en ocasiones dominantes, en los ejes viales principales y en ciertas urbanizaciones como Chacao, apenas interrumpían la continuidad del uso residencial al este del valle central.
En el extremo este, en el pequeño valle entre los cerros de Petare Norte y Petare Sur, se desarrollaron urbanizaciones de promoción pública, y privadas industriales y residenciales. Aún más allá, en las colinas del noreste y por la vía de la Carretera de Guarenas a la fila de Mariches, desde la década de 1950 comienza a desarrollarse urbanizaciones, hoy con edificaciones multifamiliares, pasando las universidades privadas del noreste, accesibles por la autopista de Guarenas y la vieja carretera.
También en el este y en las vegas de la margen derecha del Güaire se desarrolló en la década de 1940 la urbanización Las Mercedes y posteriormente, a inicios de la década de 1950, la parte llana y las pendientes por la vieja carretera hacia Baruta, de Colinas de Bello Monte, urbanización pionera en el aprovechamiento de las colinas del sureste de Caracas, dirección emprendida por el desarrollo residencial para ingresos medios y altos en las décadas siguientes. La poca capacidad de adaptación topográfica del trazado de mallas rectangulares condujo a la alteración de este patrón cuando se ocuparon las colinas. Además, fue necesario modificar las ordenanzas referentes a la definición de pendientes urbanizables, así como a las secciones-tipo de las calles, eliminando los estacionamientos.
La urbanización del sureste comienza por las colinas centrales y Valle Arriba, mientras que, accediendo por el abra de la quebrada de Baruta, se promueven Prados del Este al sur y San Román al norte, desde mediados de la década de 1950, cuando aparece la construcción de vías de varias urbanizaciones en las laderas al este de la quebrada, del otro lado de la cresta y al sur. Hacia mediados de la década siguiente existen otras 13 urbanizaciones en las colinas de ese acceso principal al sureste, 2 de ellas en construcción, pocas totalmente edificadas y sólo las inmediatas al acceso por Las Mercedes con escasos edificios multifamiliares. Las urbanizaciones se extienden al sureste, en las laderas del conjunto de colinas de la margen derecha de la quebrada, al este de la autopista y en la otra margen de la quebrada Baruta y al oeste de la autopista, dónde surgen nuevas urbanizaciones hasta finales de la década de 1980. Para esta fecha la mayoría de las urbanizaciones tiene edificios de apartamentos, en un patrón inverso al ordinario, dónde la densidad se concentra lejos de la vía principal de acceso, hacia las partes altas y ello ha traído como consecuencia una de las peores accesibilidades al valle central, a pesar de la construcción de un segundo piso en la conexión con la autopista del Este. La mayor concentración de barrios de ranchos de la zona, en Santa Cruz-Las Minas, data de 1947.
El problema de accesibilidad por el abra de Baruta se agrava con el desarrollo a La Trinidad-Baruta y de allí hacia La Lagunita Country Club, última frontera de la suburbanización de lujo, antes que el problema de la accesibilidad del sureste y de los cambios en los patrones de vida de los pobladores de altos ingresos, los condujesen a la redensificación del norte de las urbanizaciones del este tradicional del valle central, actual centro geométrico de la ciudad. La Trinidad, con una pequeña zona industrial, se desarrolla desde mediados de la década de 1950, así como la propia Lagunita; dos urbanizaciones más, una con edificios multifamiliares y otra en construcción para mediados de la década siguiente; Y doce más en 1995, incluyendo algunas “urbanizaciones piratas”, de parcelas vendidas como parte de lote rural mayor y sin urbanizar.
En las vegas al este de Las Mercedes se urbaniza Chuao hacia finales de la década de 1950 y por esa entrada al sureste se promueven seis urbanizaciones más, hasta mediados del 60, cuando aparecen 8 más, que se edifican, muchas de ellas con edificios de apartamentos, en las décadas siguientes.
En las colinas al sureste de Chuao y Caurimare se urbaniza Lomas de Los Ruices y más al este, también desde finales de la década de 1950, se desarrolla otra entrada al sureste, por Macaracuay y hacia La Güairita. Ya este sector del sureste fue urbanizado y posteriormente edificado, para niveles de ingresos menores a los situados más al oeste, siempre dentro de capas medias de la población.
Más al este, una vez pasada la urbanización Brisas de Petare, se construyó el último acceso del sureste, por la margen derecha del Güaire. En los cerros de la otra margen del río se fueron construyendo barrios de invasión desde la década de 1930, y la mayoría desde fines de la de 1950, para constituir Petare Sur, una de las más extensas y pobladas zonas continuas de barrios de Caracas.
En la misma época que se desarrolló explosivamente el este de Caracas, se construyeron un conjunto de urbanizaciones y clubes recreacionales privados en el Litoral Central. También en el extremo este del Litoral Central y para pobladores de ingresos modestos, el Estado construyó en la década de 1950 la Ciudad Vacacional Los Caracas, y durante las décadas siguientes varios balnearios públicos para la población caraqueña, al tiempo que en la ladera norte de la serranía de El Ávila se desarrollaron barrios de ranchos que para 1995 se extienden desde Arrecife hasta Caraballeda en 9 grandes zonas, con más de 150.000 habitantes.
En los años de 1927 a 1929 se presentan 17 solicitudes para desarrollar urbanizaciones residenciales privadas en el Distrito Federal. Entre 1936 y 1940 se otorgan 10 permisos de urbanización en toda la ciudad; más de 20 entre 1941 y 1945; 20 entre 1946 y 1950; y 50 entre 1950 y 1957, con 13.000 permisos de edificación: es el ritmo acelerado de la promoción privada, que va a concentrar en Caracas el 70% de los permisos a la construcción en todo el país, desde 1948 a 1957. Desde el inicio de la modernización petrolera hasta mediados de la década de 1960 se habían construido unas 120 nuevas urbanizaciones privadas.
La expansión de Caracas hacia el este consistió en la yuxtaposición de urbanizaciones, cada una concebida como unidad suburbana aislada, y basada en el transporte automotor privado. Sobre el conjunto se produjeron algunas obras urbanas estructurantes de vialidad y, dentro de las urbanizaciones, procesos de redensificación y cambios de usos, algunos subrepticios y sin mayores transformaciones morfológicas y otros, calificados jurídicamente, con grandes reconstrucciones y transformaciones de lo edificado, manteniendo el trazado original. Las urbanizaciones se promovieron incluyendo las vías, infraestructuras y servicios locales que les correspondían, de acuerdo a las ordenanzas vigentes. Pero la yuxtaposición de los conjuntos de urbanizaciones, la densificación de su construcción y la propia obsolescencia de las infraestructuras mínimas, y en ocasiones rurales, con las que fueron inicialmente dotadas, determinaron la necesidad de que el Estado produjese simultánea y posteriormente obras estructurantes de transporte, redes matrices de infraestructuras, servicios comunales de ámbito intermedio o metropolitano no mercantiles e incluso la construcción de nuevas redes locales de infraestructuras.
La mayoría de las urbanizaciones de promoción privada sufrieron un proceso que va desde el parcelamiento y la trama vial sin casi edificación alguna, a la construcción de quintas y de algunos edificios con algunos servicios comunales tardíos y más edificios en adelante, con aparición de comercios y otras mezclas y cambios con usos de empleo, además de obras estructurantes con el resto de la ciudad. Es la forma local del proceso de crecimiento urbano con transformación de las partes de la ciudad existente. El mismo tipo de proceso general que llevó al espacio ocupado por la ciudad pre-petrolera a convertirse en casco central de la gran ciudad: el mayor centro comercial, de empleo y de servicios metropolitanos y nacionales, con escasas viviendas para pobladores de ingresos medios y bajos, y con una trama vial jerarquizada que debía superar las limitaciones de la cuadrícula tradicional sobre la que se construyó. En el este del valle central ese proceso histórico de desarrollo urbano condujo desde una aglomeración de urbanizaciones residenciales poco densas, con poblados y pueblos que poseían su propia modesta estructuración de centralidad, comercio, empleo y servicios no residenciales, a la densificación residencial, el desarrollo de servicios de locales a metropolitanos, el surgimiento de sub-centros y ejes de empleo y comercios, con una trama principal de líneas de transporte paralelas en sentido este-oeste, sobrepuesta a las precarias conexiones iniciales y a las vialidades locales, en su mayoría jerarquizadas en sentido norte-sur.
Procesos similares ocurrieron hacia Catia, al noroeste, Macarao y Caricuao al suroeste, y El Valle-Coche. Sólo la gran extensión del sureste del Área Metropolitana, con dominio casi absoluto del uso residencial, ha dificultado que su estructuración urbana desarrolle sub-centros de empleo adecuados para su escala y composición social, o sistemas eficientes de transporte hacia los sub-centros del valle central. Problema equivalente al de los desarrollos periféricos de ciudades-dormitorio en la región metropolitana, hacia Guarenas-Guatire y, en mayor medida, hacia los Valles del Tuy, dónde se planificaron en las décadas de 1960 y 1970, sin llegar a realizarse, Ciudad Fajardo y Ciudad Losada, respectivamente.
Como resultado del proceso de crecimiento y transformación urbana en su conjunto se produjo la estructuración jerárquica de centros de empleo distribuidos en toda el Área Metropolitana.
Tipologías edificatorias residenciales
Las tipologías edificatorias de los asentamientos residenciales pueden asociarse, no solo a períodos y niveles de ingresos de los ocupantes, sino también a las necesidades técnicas de las formas de promoción principal y secundaria de las urbanizaciones y viviendas. La tipología de quintas o viviendas aisladas con retiros en todos sus lados, dominante en las primeras fases de las urbanizaciones del este y del sureste, y presente desde la urbanización de El Paraíso, se asocia a promociones donde se construían las vías e infraestructuras, para vender las parcelas, objeto de autopromoción posterior de las viviendas individuales. Las dimensiones de las parcelas y de las viviendas se ajustan a los distintos niveles de ingresos de los clientes de las urbanizaciones.
Otras urbanizaciones de promoción privada o pública, destinadas a clientes de ingresos modestos, contemplaban la urbanización de terrenos y la edificación simultánea, para la venta de parcelas con viviendas, permitiendo tipologías continuas, reducidas y compactas, con empleo de paredes medianeras, sin las complejidades de la medianería de las zonas tradicionales del centro y del norte. Por otra parte, en los barrios de ranchos prácticamente no existen medianeras, incluso en los fuertemente ocupados y densificados en altura, porque cada vivienda pasa por procesos individuales de desarrollo progresivo auto promovido.
La tipología de edificios de apartamentos se inicia con la promoción pública de El Silencio a mediados de la década de 1940, conjunto único en cierto sentido, pero también pionero de otros de alta densidad y baja altura construidos desde entonces; se desarrolla con pequeños edificios de promoción privada en algunas zonas centrales o de las vías principales de expansión de la ciudad, desde finales de los 40 a nuestros días; se potencia con los superbloques públicos de la década de 1950 y con los conjuntos de torres y bloques que los sucedieron; incluye los conjuntos y edificios aislados con los que la promoción privada fue dando respuesta a las necesidades de vivienda de distintos sectores de las capas medias en toda la ciudad durante cinco décadas; asimismo, a construcciones multifamiliares que comienzan a multiplicarse en los barrios desde la década de 1970, hasta convertirse en la forma principal de residencia en Caracas, para distintos niveles de ingreso. En el caso de la promoción privada el proceso requirió de la institución de formas apropiadas de financiamiento hipotecario y de la creación de las leyes de Propiedad de Apartamientos, en 1957, y de Propiedad Horizontal, en 1958 y; en algunos casos, pasó por tipologías intermedias de casas con apartamentos, como las existentes en Las Mercedes, o de edificios con forma de casas, como los que aún pueden encontrarse en la misma urbanización o al norte de El Paraíso, o evolucionó a otras formas intermedias, como los modernos “Town Houses”, o condominios de casas en buena parte de las urbanizaciones del sureste casi completamente en menos de un añode la región metropolitana.
Algunas urbanizaciones preveían desde su inicio la construcción de edificios multifamiliares. Otras, van a redensificarse sustituyendo quintas por edificios, como parte del proceso de densificación general de la ciudad, que viene incluyendo la informal por subdivisión y ocupación de retiros en los propios desarrollos controlados, y la de los barrios de ranchos por una ocupación cada vez mayor y con edificaciones más altas.
Los desarrollos multifamiliares privados han estado asociados a promociones de segundo nivel, de la edificación o conjunto de edificaciones, en parcelas urbanizadas y frecuentemente integradas o redensificadas, adquiridas por nuevos promotores, que van a vender viviendas terminadas al usuario final. Por su parte, los desarrollos multifamiliares públicos, usualmente son de una escala mucho mayor e implican la promoción simultánea de urbanización y edificación, aunque hay casos de repromoción de edificios en urbanizaciones construidas anteriormente, donde el promotor público conservó la propiedad sobre terrenos comunes y no edificados.
Conformación de la imagen de Caracas.
La ciudad de Caracas va a desarrollarse en un ambiente orográfico privilegiado, que ha contribuido a mantener por siglos la identidad formal de la ciudad, a pesar de los ingentes cambios en la costra técnica, aportando valores paisajísticos no proyectados, pero perennes.
En la configuración de la Caracas contemporánea contribuyen significativamente diversos tipos de prefiguraciones de partes de la forma urbana. Algunos son diseños urbanos referidos a proyectos de conjuntos arquitectónicos o elementos paisajísticos en un área restringida y definida, con programa determinado, cliente único, tiempo establecido y control de todos los aspectos significativos de la forma. Entre ellos el del Parque Los Caobos. O el gran conjunto de la Universidad Central de Venezuela con el Jardín Botánico. También el Parque del Este. Pertenecen a este grupo de diseños urbanos de proyectación única otros importantes conjuntos edificados como El Silencio, construyendo la confluencia de tres avenidas principales en la Plaza O’Leary. También el gran conjunto residencial del 23 de Enero, y la renovación urbana en Parque Central. Asimismo, los conjuntos de otras universidades públicas y privadas construidos en la periferia urbana en las décadas de 1970 a 1990; otros grandes parques como el zoológico de Caricuao, de comienzos de la década de 1970, o el más reciente, del Oeste, por renovación urbana en Los Flores de Catia, e incluso el gran cementerio privado de La Guairita. En el límite de este tipo de diseños urbanos se encuentra también el complejo recreacional-simbólico-militar en la margen derecha del río El Valle.
Otros conjuntos edificados, aunque conservan relativamente las condiciones definidas de límites, programa, cliente y tiempo, combinan un proyecto de diseño urbano de control parcial y de sólo algunos elementos significativos de la forma con diseños arquitectónicos independientes de las partes construidas. Diferenciando al cliente para el diseño urbano en el promotor, de los múltiples clientes de los posteriores proyectos de edificación, pueden considerarse dentro de este tipo de diseño urbano de nuevos desarrollos la mayoría de las urbanizaciones residenciales de promoción privada que conformaron parte sustantiva de la ciudad contemporánea.
Hay un proceso cultural de alejamiento del modelo de cuadrícula centro urbano de edificación continua y compacta con patios, a nuevas formas de diseño urbano para la tipología suburbana de quintas aisladas en jardines individuales y con vías arboladas, iniciada en El Paraíso y decantada con las urbanizaciones del este. Las dimensiones de parcelas, las características del trazado de vías con otros espacios públicos, el tipo y calidad de los servicios de infraestructura, las previsiones de servicios comunales y, en general, las calidades de diseño urbano, van a. presentar variaciones entre las distintos urbanizaciones. Esto responderá a la autoría de cada proyecto individual, sobre la base del balance entre negocio y calidad en cada promoción, destinada a estratos diferenciados del mercado.
Mientras el diseño original de algunas urbanizaciones presentaba un cierto nivel cualitativo, otras no pasaban de aglomeraciones de parcelas con un trazado elemental, o de conversiones mas o menos afortunadas de parcelamientos totalmente periféricos en parte de una ocupación continua.
En los primeros desarrollos de las colinas, donde los modelos culturales a apelar eran mucho más escasos, se utilizó la jerarquización de vías arboladas característica de los trazados de urbanizaciones en pendientes moderadas para las partes que así lo permitían, se construyeron servicios comunales inusuales, como la concha acústica, e incluso se efectuó un concurso para desarrollar el tipo de “quinta en pendiente”. Posteriormente se aprovechó la disminución de los requerimientos dimensiónales de la vialidad y el aumento de las pendientes de construcción permitida, obtenidos desde esas primeras urbanizaciones, para parcelar al máximo, con un trazado meramente funcional, obteniéndose el tipo suburbano característico del sureste, posteriormente modificado con edificaciones multifamiliares.
También con diseños urbanos de nuevos desarrollos de trazado elemental y proyectos independientes para las edificaciones, se produjeron las urbanizaciones industriales privadas en distintas zonas de Caracas. Con la presión del desarrollo urbano y con el proceso de descentralización a partir de la década de 1970, muchas industrias se fueron trasladando al interior aunque mantuviesen la dirección de las empresas en la capital, y parte de las zonas industriales han transformado su uso, sin llegar a ejecutarse proyectos de diseño urbano de renovación.
El tipo más complejo de proyectos de diseño urbano le constituyen las prefiguraciones zonales con límites relativamente imprecisos, sin tiempo establecido de ejecución, programa indeterminado, clientes múltiples, control parcial y de solo algunos elementos significativos de la forma, con cambios constantes y diseños arquitectónicos parcialmente independientes del urbano. Este tipo de proyectos también contribuyó significativamente a la configuración de Caracas. En algunos casos apenas pasan de ordenanzas ordinarias para restringir la forma de lo construible. En otros se trata de poco más que la yuxtaposición o sobre posición de proyectos arquitectónicos.
Como formas más elaboradas dentro de este tipo de proyectos de diseño urbano, pueden citarse el del eje Centro Histórico-Banco Central-Altagracia-Foro Libertador, y el de la zona de la Avenida Bolívar. Vinculados a este siempre variante proyecto emblemático del desarrollo caraqueño, aparece también el conjunto de edificaciones culturales al inmediato noreste, en Los Caobos, de proyectación descoordinada, sin un sub proyecto común de diseño urbano, que tampoco existió para su prolongación este, en la aglomeración de edificaciones culturales y de culto de Quebrada Honda.
Un proyecto como el de la zona de la Avenida Bolívar, donde se sobreponen, modificándolo, proyectos parciales e incluso generales, uno tras otro a lo largo de 50 años, constituye prácticamente el límite entre una verdadera prefiguración de la forma urbana, o diseño urbano, y la simple evolución histórica de la construcción de una zona de ciudad, como la que ha venido ocurriendo en la zona de El Calvario a Caño Amarillo y Miraflores.
Otro tipo de proyectos de diseño urbano, también relativamente importantes para la configuración de Caracas, son los sectoriales o de sistemas de objetos urbanos relacionados funcionalmente, bajo una gestión única, pero que sólo constituyen parte del ambiente urbano. En este sentido se orientaron diversos e infortunados intentos referidos a la señalización urbana, a los sistemas de alumbrado público o semaforización y a algunos elementos de mobiliario urbano, como las paradas de transporte público o los quioscos de las aceras. También pueden inscribirse dentro de este tipo de proyectos de diseño urbano los de algunos elementos de la propia red vial o peatonal.
En él limite, algunos grupos de edificaciones, aunque dispersos en el área urbana, pueden considerarse integrantes de un diseño urbano sectorial. Muchos otros sistemas sectoriales constituidos por edificaciones, difícilmente pueden considerarse prefiguraciones asumidas como oportunidades de composición urbana.
Dentro de los proyectos sectoriales de diseño urbano están los desarrollados por el Metro, incluyendo los bulevares de Catia, Sabana Grande, Caricuao y Quebrada Honda.
En la construcción de la Caracas moderna se han presentado problemas típicos para el diseño urbano, como la construcción de áreas especiales para universidades, para conjuntos culturales y de culto, para grandes instalaciones de exposiciones o recreacionales; la constitución de zonas centrales y comerciales; la especialización de líneas de movimiento; la renovación urbana; la conservación y restauración de áreas urbanas con valor patrimonial; nuevos desarrollos, hasta nuevas ciudades; rehabilitación de desarrollos existentes; y habilitación urbana de zonas con condiciones sub-normales. Sólo algunas veces fueron asumidos a través de proyectos de diseño urbano. En otras, los proyectos no se ejecutaron o se ejecutaron muy parcialmente. Buena parte de los problemas, como la conservación del centro histórico o la habilitación física de los barrios de ranchos, fueron prácticamente ignorados y abandonados a su propia dinámica.
Es así como, a pesar de significativas contribuciones de los diversos tipos de diseño urbano en la configuración de Caracas, la imagen de la ciudad contemporánea es en gran parte producto de la yuxtaposición y sobreposición de construcciones descoordinados. Sólo algunas de estas construcciones responden a proyectos formales de arquitectura o ingeniería, independientes entre sí y sin más orden general que el impuesto por ordenanzas deficientes en consideraciones de diseño urbano. Y eso solamente para la parte controlada de la ciudad.
Además de las urbanizaciones residenciales e industriales determinantes en la forma de expansión de la ciudad, la promoción privada contribuyó significativamente a la configuración del ambiente urbano contemporáneo, desarrollando elementos sectoriales edificados y zonas características, sin más diseño urbano de conjunto que las restricciones de usos y constructivas de las ordenanzas correspondientes. Aquí se incluyen edificaciones de uso comercial, concentraciones de edificios de oficinas y servicios comunales de ámbito intermedio y metropolitano, donde los elementos construidos de consumo colectivo educacional, asistencial o recreacional se constituyen en capital privado, como los complejos de clínicas privadas.
La tendencia a la concentración zonal o axial de edificaciones comerciales independientes viene desde la ciudad del siglo XIX, con la central Calle del Comercio y continúa hasta la Caracas contemporánea. Como en la Avenida España de Nueva Caracas, o en Sabana Grande desde mediados de este siglo, hasta la invasión y posterior sucesión del uso residencial por el comercial en Las Mercedes, en la medida que se convertía en zona de paso para un sureste cada vez más poblado. Por otra parte, las tiendas por departamentos, también de mediados de siglo, dieron paso a los centros comerciales característicos de la ciudad dispersa con El Helicoide, frustrado proyecto de la década de 1950 y símbolo urbano de variadas connotaciones, como antecedente, los centros comerciales o “plazas contemporáneas” proliferaron en toda la ciudad desde la década de 1960 hasta nuestros días.
Inducidas conscientemente o aceptadas por los cambios de ordenanzas, las concentraciones de grandes torres de oficinas con fuerte impacto en la imagen urbana y en la construcción de nuevas centralidades, comienzan a producirse desde la década de 1950 y se incrementan en el período de ingresos extraordinarios, desde mediados de la década de 1970 a inicios de la siguiente, hasta la actualidad, como concreción espacial de las tendencias a la terciarización del empleo y al predominio del capital financiero.
Las edificaciones van a representar 55% de la inversión nacional total en construcción pública y privada desde 1950 a 1957, incluyendo importantes realizaciones estatales de modernización urbana en Caracas. De 1958 a 1979, la proporción de las edificaciones en la inversión total de construcciones va a subir hasta el 60%. Gran parte de esas inversiones en edificaciones, así como una parte significativa de lo invertido en otras construcciones, se va a concretar en la transformación del medio ambiente construido o costra técnica de Caracas, como caso extremo de la forma de urbanización venezolana, donde va a reflejarse de manera concentrada el proceso de modernización caracterizado en el desarrollo de grandes ciudades, productos de la tecnología y de la explosión e implosión demográfica. Si en todo el mundo las ciudades con más de un millón de habitantes no eran más de 49 hacia 1950, Caracas será la primera ciudad venezolana que entre en ese rango hacia mediados de esa misma década, a partir de la muy modesta ciudad que era en la Venezuela pre-petrolera de 25 años antes.
En la primera mitad de la década de 1920, Caracas llega a 100.000 hab. A fines de 1945 tiene 500.000 habitantes, en 1955 llega a su primer millón de habitantes, en 1968 a 2.000.000, y para 1990, a 2,88 millones de habitantes. Si llegar al primer medio millón de habitantes tomó casi 380 años, el primer millón se alcanza en los siguientes 10 años y el segundo en 13, produciéndose una posterior desaceleración del crecimiento poblacional que, en 23 años, no alcanzó al tercer millón.
El impacto del desarrollo petrolero en la capital es tal, que entre 1936 y 1971 la población se multiplica por 9, el área de la ciudad por 6 y las necesidades de transporte por 8,5. La ciudad que en 1875 tenía un área construida de unas 220 Has, se extiende a 542 Has en 1936, agregándose otras 61 Has para 1938, mientras otras 84 se encontraban en estudio para su incorporación dentro del área urbana; 129 Has se incorporan para 1939 y 174 más para 1940. La Caracas de 163.000 habitantes en 542 Has de 1936, se transforma en una ciudad de 700.000 habitantes ocupando más de 4.500 Has en 1952. De hecho, aunque los criterios de distintas fuentes de información para definir el límite urbano puedan diferir, la sola urbanización del este del valle central incorporó un área tres veces superior a la del casco central, que es prácticamente equivalente a la ciudad pre-petrolera. Cuando comienzan a urbanizarse las colinas del sureste, hacia los inicios de la década de 1950, se desata un proceso de expansión dispersa sobre un área aún dos veces mayor, equivalente a siete veces el casco central o la antigua ciudad. Utilizando definiciones equivalentes del límite urbano, la ciudad creció de 4.000 a 11.000 Has, entre 1945 y 1966, pasando la densidad global de 125 hab./Ha, a 175 hab./Ha.
El Área Metropolitana Interna, definida por la Oficina Metropolitana de Planeamiento Urbano contemplando zonas desocupadas, tenía una extensión de 34.139 Has y presentaba una densidad global de 84 hab./Ha a fines de 1990. Acicateada por la importación de avances tecnológicos en el transporte y en los sistemas de control y de comunicación instantánea, en la capital se han venido desarrollando las modernas tendencias centrífugas del fenómeno de urbanización: la dispersión urbana sobre las áreas adyacentes sobreponiéndose a las divisiones político-administrativas tradicionales, creando un área metropolitana extensa con diversos sub-centros donde también persiste el centro primario; la suburbanización periférica, combinando la de los residentes de ingresos medios y altos con la de desarrollos no controlados de pobladores de bajos ingresos; la rápida construcción de una nueva planta física con efectos transformadores de las zonas preexistentes; la congestión automotriz y la contaminación ambiental; todo ello determinando una necesidad creciente, y en términos generales insatisfecha, de planeamiento urbano y regional, no solo físico sino social, económico y administrativo.
Con el impacto petrolero, Caracas sufre un proceso acelerado de transformación. Hacia 1936 el viejo orden urbano entra en crisis. Va a producirse el retrazado vial determinado por el Plano Regulador de 1939 sobre la cuadrícula central, la renovación urbana de El Silencio y, sobre todo, la expansión que construyó la extensa zona metropolitana que hoy conocemos.
Hacia 1946, con la emblemática “bola” de acero que demolió el Hotel Majestic, comienza la fase de transformación radical de la estructura urbana, en un agudo proceso de metropolización-modernización que aún persiste. Una vez restauradas las posibilidades de importación, los recursos económicos acumulados durante la segunda guerra mundial van a dedicarse en gran parte a la construcción de la capital. La ciudad crece violentamente, se diversifica y segrega. En ella van a asentarse importantes contingentes de inmigrantes externos e inmigrantes internos (para 1950, el 56% de la población caraqueña provenía de movimientos migratorios, mayormente internos), van a surgir nuevos sectores de clase media y se producirá la coexistencia de un sector de la ciudad relativamente controlado con grandes áreas de desarrollos residenciales no controlados, o “barrios de ranchos”.
Si hasta la década de 1930 la Plaza Bolívar se mantuvo como principal centro de reunión urbana, ya para mediados de la década de 1950 existía una metrópoli dominada por las relaciones impersonales, por lo colectivo y abstracto sobre lo personal e individual. Como en toda gran ciudad de los países subdesarrollados, en Caracas la interacción urbana potenciada por la concentración es más potencial que real. Las migraciones masivas que explican la excepcional aceleración de su crecimiento difícilmente se adaptaron a la vida urbana o pudieron satisfacer sus expectativas de mejoramiento de condiciones de vida, a pesar de encontrarse en su tercera generación. Las limitaciones impuestas por el gran peso de la población de bajos y muy bajos ingresos, cuyas condiciones socioeconómicas no mejoraron sensiblemente a largo plazo, se reflejan en el incipiente desarrollo del sistema de creencias que constituyen la cultura urbana. Ello resultó en una aglomeración de personas tan grande como la de muchas ciudades de países desarrollados, pero donde el grueso de la población apenas accede a un nivel mínimo de condiciones físicas de urbanización y a las oportunidades y amenidades de la vida urbana. Es la segregación en el “consumo de ciudad” que se construyó con los desarrollos no controlados y con la concreción espacial de una sociedad donde la distribución social del excedente terminó concentrándose en pequeños sectores privilegiados.
La preeminencia de las relaciones interpersonales secundarias, segmentadas y utilitarias sobre las primarias, basadas en sentimientos y emociones, no es cabal en aglomeraciones densas y heterogéneas sin suficiente interacción social real, es decir, en metrópolis tercermundistas como Caracas. Importantes segmentos de su población, preteridos en el desarrollo socioeconómico y cultural, mantienen comportamientos más tradicionales que racionales donde persisten las relaciones primarias en formas heterodoxas e inestables de familia, con predominio de las mujeres jefes de hogar. La metropolización debilitó los controles sociales informales, sin sustituirlos por controles formales igualitarios, adecuados y aceptados, contribuyendo al desarrollo de graves problemas sociales urbanos como la infancia abandonada, la delincuencia y la drogadicción.
Frente al desarrollo incontrolado del suelo, el descontrol de densidades, la proliferación de barrios con servicios inadecuados y la decadencia general del ambiente urbano, las respuestas venezolanas fueron las clásicas: planificación urbana, renovación urbana y otros mejoramientos cualitativos vinculados al diseño urbano; promoción pública masiva de viviendas; y tímidos intentos de consolidación de barrios. A ellas se sumó en Caracas la política de descentralización desde mediados de la década de 1970. Todas resultaron insuficientes. Tras un complejo proceso histórico de más de sesenta años, la institucionalidad establecida: con sus modelos de desarrollo, fracasó en su objetivo de mejoramiento sostenido de las condiciones socioeconómicas de la mayoría de los pobladores urbanos; y con sus modelos de desarrollo urbano, en sus intentos de generalizar condiciones suficientes de urbanización para todos. Nuestras ciudades, particularmente la capital, así lo testimonian. Una parte sustantiva de la población de Caracas vive en barrios de ranchos con infraestructuras viales y sanitarias muy precarias y escasos e inadecuados servicios comunales, mientras otra parte similar reside en deterioradas urbanizaciones de promoción pública donde las condiciones de vida no son mucho mejores. Los propios servicios de la ciudad controlada, en general, se han hecho insuficientes y han sufrido un fuerte desmejoramiento a consecuencia de la profunda crisis económica que persistió desde inicios de la década de 1980 hasta el 2000, solapándose a la crisis administrativa de más larga data, vigente hasta el presente.
De la planificación del desarrollo urbano
Con la metropolización de Caracas se desarrolló también la administración del urbanismo en instrumentos y ordenanzas de control urbano y planos reguladores.
Para 1898, en las Notas para el Código de Construcciones en lo relativo al alineamiento de las construcciones en la Vía Pública, Ricardo Razetti señalaba la necesidad de que toda población tuviera un plano general de alineamiento aprobado por el Concejo Municipal. En el Primer Congreso de Municipalidades, de 1911, se abordó por primera vez la necesidad de establecer para todos los municipios del país una Ordenanza de Vías de Comunicación y demás Obras Municipales, en la que se aspiraba dar cuerpo orgánico a competencias, disposiciones y organismos de control y sanción.
Al iniciarse la modernización petrolera, hacia 1926, la reglamentación para la construcción de áreas públicas y edificaciones en el Distrito Federal correspondía a la Sección de Arquitectura Civil de la Ordenanza de Policía Urbana y Rural, con reglas referentes a permisos, alineamientos, tamaño de aceras, ancho mínimo de calles, chaflanes, empotramientos, porcentaje de ubicación, altura de las edificaciones, incluyendo, también, los procedimientos previos a toda construcción o demolición y la normativa en higiene y salubridad de acuerdo con los distintos tipos de edificios públicos e infraestructura urbana. Esta fue sustituida en 1930 por la Ordenanza Sobre Arquitectura Civil, que reglamentaba la amplitud de los retiros para todas las vías de salida del centro urbano y establecía restricciones, procedimientos y normas mucho más exhaustivas y pormenorizadas para controlar el primer desbordamiento del desarrollo urbano de la capital, estipulando los anchos de las avenidas principales y calles en las urbanizaciones, así como las áreas a reservar para algunos servicios comunales. Ya en 1933 se establecen reglamentaciones y controles precisos de ingeniería sanitaria para la construcción en general. Desde 1924 la Ingeniería Municipal del Distrito Federal llevaba un registro de permisos de urbanización, que en el Distrito Sucre comienza a partir de 1940. Esto, en cuanto a los incipientes instrumentos de regulación y control de la producción privada de ciudad.
Pero el acelerado proceso de transformación de la ciudad moderna va a plantear nuevas dimensiones de problemas que requerirán de un mayor desarrollo del planeamiento urbano como función gubernamental y práctica técnica o profesional, más allá de estas primeras normas, del ornato urbano del pasado, de los primeros tímidos intentos de tropicalizar la ciudad-jardín y de los avances de la ingeniería de infraestructuras urbanas.
El desarrollo de las infraestructuras para el transporte automotor intra y extraurbano, incluyendo los requerimientos de un retrazado sobre la ciudad existente, que resolviera los problemas del creciente tráfico y superara las clásicas limitaciones de la cuadrícula sin jerarquías viales; la localización de edificaciones para un Estado en expansión, material y simbólica; las necesidades de vivienda pública y de servicios comunales; y la normativa y complemento del crecimiento y extensión por promoción privada son los problemas crecientes desde el impacto petrolero sobre la capital. Para guiar las inversiones urbanas del Estado, preservar los valores de la propiedad del suelo, ordenar el surgimiento de nuevos usos, la estructuración entre ellos y la intensificación de la construcción, van a formularse diversos planes de ordenamiento y zonificación, hasta los más modernos, con un enfoque más que físico, incluyentes no sólo de la ordenación de los sistemas de circulación urbana, sino de los conceptos de sistemas interrelacionados y con su entorno. Aunque su aplicación haya sido limitada y sus resultados discutibles, los planes constituyen capítulo importante en la historia del urbanismo de Caracas.
En 1936 se toman las primeras aerofotografías de toda la ciudad. Para fines de ese año se elabora el primer Plan de Urbanismo de Caracas, de la Asociación Venezolana de Ingenieros y el Ministerio de Obras Públicas. Este esbozo de plan para toda la ciudad no pudo desarrollarse, por suponer restricciones inéditas al derecho edificatorio privado y por conflictos entre el Concejo Municipal y la Gobernación de Caracas. Poco después la Gobernación impone el Plan Monumental de Caracas o Plan Rotival de 1939, aprobado corno Plan Director de Calles y Avenidas, que guió el desarrollo de la circulación en el casco central hasta la actualidad. Esta propuesta del urbanismo académico francés colocaba el acento fundamental en la valorización de un gran proyecto de diseño de renovación urbana y se concentraba en el sventramento de la ciudad del DF, sin propuestas para el ensanche hacia el este.
Ya para 1942, la nueva Ordenanza sobre Arquitectura, Urbanismo y Construcciones en General del DF, descarga parte de sus competencias sobre el Plano Regulador. En el mismo año y durante los tres años siguientes debió ajustarse el Plan Director de Calles y Avenidas para la construcción de la renovación urbana de El Silencio.
En 1950 aparece oficialmente, con fines estadísticos y censales, la denominación Área Metropolitana de Caracas, que para la época no incluía zonas como Macarao. En 1951 la Comisión Nacional de Urbanismo elaboró el Plano Regulador y de Zonificación para Caracas, gestionando su aprobación como Plano Regulador para el Distrito Federal en 1952 y para el Distrito Sucre en 1953. Las Ordenanzas de Zonificación correspondientes fueron posteriormente modificadas y finalmente aprobadas en 1958, cuando ya la comisión había sido declarada inexistente, pasando sus atribuciones, teóricamente, al Ministerio de Obras Públicas.
El nuevo Plano Regulador, referido a la ciudad en su conjunto, mantenía la continuidad con lo que persistía del Plan Director de Calles y Avenidas de 1939, presentaba consideraciones de escala nacional y regional, definía el carácter y los elementos urbanos, e incluía propuestas para los usos del suelo y los sistemas de circulación urbana. Utilizaba la clasificación de la ciudad por componentes, según las pautas de la Carta de Atenas, apelaba a la Unidad Vecinal como forma base de organización, determinaba la jerarquización de infraestructuras viales y la zonificación concentrada de áreas comerciales, industriales y verdes, para enfrentar problemas clásicos de planificación urbana del siglo XX, como la extensión y densificación, la circulación automotriz cada vez más compleja y con mayor tránsito, la dispersión de la administración pública, la desorganización de las actividades comerciales e industriales, los requerimientos de distintos servicios, y la particular escasez de zonas recreacionales. En fin, el Plano Regulador y de Zonificación de 1951 era un instrumento que preveía metas a largo plazo y servía de base a las ordenanzas de zonificación.
Entre 1946 y 1957, la Comisión Nacional de Urbanismo no solo se ocupó del Plano Regulador, sino que intervino en los estudios y en la aprobación de múltiples proyectos urbanos en Caracas. Para la construcción de la infraestructura vial se utilizaron, en esos años, comisiones especiales asesoras de los avalúos y las expropiaciones. Asimismo, la Comisión participó en referencia a varios planes zonales y a estudios especiales, como el de los ranchos de la ciudad en 1950.
Con todas las dificultades que tuvo su gestión, además de las estructurales del tipo de planificación que proponía, la Comisión Nacional de Urbanismo concentró un gran poder de decisión sobre el desarrollo de Caracas en su época crítica de expansión. Sin embargo, con su liquidación, del Plano Regulador de 1951 sólo quedaron las Ordenanzas Municipales de Zonificación, en las versiones modificadas y aprobadas tardíamente. Estas, como formas legales de regulación de los usos del suelo, de las densidades, las alturas y los volúmenes de las edificaciones y su separación, debieron servir para ordenar los espacios, construidos y abiertos, en nuevos desarrollos. Pero la ausencia de criterios de diseño urbano y su difícil conciliación con la división de la propiedad del suelo, con los mecanismos de la renta del suelo y con el máximo beneficio de cada propietario, limitaron su capacidad de producir espacios urbanos con objetivos cualitativos. Al mismo tiempo, ese tipo de Ordenanzas no constituye mecanismos apropiados para la acción sobre la ciudad existente. Los procesos de renovación urbana, de rehabilitación urbana y de promoción de viviendas públicas requerían de otros instrumentos, más orientados hacia el diseño urbano, como los que había manejado la Comisión Nacional de Urbanismo y que no fueron retomados por otro organismo general de planificación y control urbano, quedando cada proyecto urbano desarticulado de referencias generales y, a lo sumo, bajo el control de algún organismo especial o sectorial, como el Banco Obrero o INAVI, el Centro Simón Bolívar o, posteriormente, la Compañía Anónima Metro de Caracas.
De 1960 a 1973 operó como organismo rector de la planificación de la ciudad la Oficina Municipal de Planeamiento Urbano, constituida en Oficina Metropolitana de Planeamiento Urbano desde 1973 hasta su liquidación, 20 años después, cuando comienzan a desarrollarse Oficinas Locales de Planeamiento Urbano en las cinco alcaldías independientes del Área Metropolitana y el Ministerio del Desarrollo Urbano intenta producir un Plan de Ordenación Urbanística para toda la zona metropolitana. La OMPU presentó el Plan General Urbano Caracas 1990 a fines de la década de 1960, el Plan Caracas 2000 en 1981 y el Plan Rector o Estrategia para Caracas en 1983-84, ninguno de los cuales fue aprobado. Sin embargo, llegó a desarrollar importantes Planes Zonales y algunos estudios sectoriales, como los de transporte y de centros de empleo, constituyendo, como la Comisión Nacional de Urbanismo en su época y la Corporación Venezolana de Guayana en su primer período, un importante centro de formación de recursos humanos calificados en planificación regional y urbana.
A través de elaborados análisis demográfico-económicos, de estudios de demandas de espacio y localización de los distintos sistemas de actividades urbanas, así como de complejos y eficientes modelos matemáticos de simulación de la interacción urbana, los grandes objetivos de los últimos planes generales elaborados en OMPU eran: el arreglo ordenado de las partes especializadas de ciudad con un sistema de circulación intra e interurbano eficiente; el desarrollo normado de cada tipo de parte de ciudad con normas de parcelamiento y de áreas de servicios; la provisión de áreas residenciales adecuadas y diferenciadas tipológicamente para todos los estratos sociales, es decir, la forma técnica de la segregación zonal que siempre marchó, en la práctica, contemplada o no en los planes. Asimismo, los planes consideraban la distribución de servicios comunales adecuados de todas las escalas; y propuestas de usos e intensidades de usos que implicasen economías en los servicios de infraestructura. Para todo ello, de acuerdo a la ideología predominante en la planificación para el momento, más que concentrarse en el Plan Regulador o Maestro como resultado, hacían énfasis en la planificación de los procesos que van configurando la ciudad donde se van obteniendo los objetivos. Pero estos procesos escapaban al área de competencia y al poder real de OMPU, mientras las decisiones correspondían a la Comisión Metropolitana de Urbanismo y a los Concejos Municipales. Sin mencionar las limitaciones estructurales que pueda tener cualquier normativa instrumental, así sea con base científica, para controlar el desarrollo en la ciudad real. Limitaciones tan importantes como las del diseño urbano, por cierto ausente en las actividades de OMPU; para ir más allá de algunos resultados particulares en ciertas zonas de ciudad.
Por otra parte, los organismos nacionales, como el Ministerio de Obras Públicas y el posterior Ministerio del Desarrollo Urbano, continuaron dictando normas que afectaron el proceso de urbanización, incluyendo las desaforadas Normas para Equipamiento Urbano, de 1985.
Con la actuación urbana del Banco Obrero y del posterior INAVI, de acuerdo a sus normas particulares, junto a la relativa autonomía del Centro Simón Bolívar en sus actuaciones urbanísticas, y la descoordinación de los planes y ejecuciones de los distintos organismos de infraestructuras y servicios urbanos, casos como el de la lucha política por el control del primer Plan de Caracas, el desfase entre el segundo Plan y las Ordenanzas de Zonificación, el desconocimiento y posterior liquidación de OMPU, o la desarticulación en la elaboración del Plan de Ordenamiento Urbanístico de 1995 del MINDUR, con las de los Planes de Desarrollo Urbano Local de los municipios, son la forma caraqueña de presentarse problemas clásicos en la planificación de grandes ciudades: las complejidades en la relación entre la elaboración de planes y su gestión; el control real de la construcción de ciudad por los particulares y la ejecución de inversiones y obras como instrumentos activos de planificación; la cuestión de las autoridades a cargo, centrales o locales, legislativas, ejecutivas o especiales. Dentro de una mezcla de planificación económica y sectorial con territorial y urbana, cada una con legitimidades y posibilidades diferentes en una determinada sociedad capitalista. El panorama se hizo aún mucho más complejo en los últimos tiempos, con la participación directa de organizaciones vecinales de la sociedad civil, y no sólo de sus representantes electos en los gobiernos locales, o en el nacional.
De las infraestructuras urbanas
Las infraestructuras de la ciudad de Caracas debieron adaptarse a la nueva etapa de su desarrollo, caracterizada por su crecimiento acelerado y expansivo.
La pequeña red telefónica local de mediados de la década de 1920 pasó a convertirse en un complejo sistema nacional con más de un millón de suscriptores y en constante actualización tecnológica, desde las centrales magnéticas hasta las centrales digitales y las líneas de fibra óptica de la década de 1990, pasando por los sistemas de microondas, cables submarinos y satélites, al tiempo que su propiedad y administración, privada y extranjera hasta 1953, fue nacionalizadas, para volver a privatizarse parcialmente casi 40 años más tarde, y renacionalizarse últimamente.
El sistema de electrificación y alumbrado público de la ciudad, en concesión de las municipalidades al capital privado desde el período pre-petrolero, debió incorporar las plantas termoeléctricas del Litoral Central e interconectarse con el sistema nacional de generación, mientras se multiplicaban las sub-estaciones urbanas y la red de distribución, en proporción al crecimiento urbano y del consumo de este tipo de energía.
El acueducto de Caracas incorpora los pozos del 19 de Abril y El Paraíso hacia 1931. En esa misma década se estudian proyectos para aprovechar las aguas de las quebradas al este del valle central. En la de 1940 se construyen las instalaciones de captación de aguas en La Mariposa y Agua Fría, ya ésta en la cuenca del Tuy. En la década de 1950 se consolida el manejo de los acueductos del este y se desarrollan los estudios y las obras del Tuy I, para traer a la capital aguas provenientes de este río, más allá de las hoyas de los ríos metropolitanos. Al sistema se suman el Tuy II en 1967 y el Tuy III a inicios de la década de 1980. En 1995 se construye el sistema Tuy IV y deben efectuarse grandes inversiones para rescatar y actualizar el conjunto de los sistemas y de la deteriorada red de distribución. Todo ello en ciclos de crisis de abastecimiento, donde el crecimiento de la concentración poblacional va rebasando las posibilidades hidrográficas inmediatas y la capacidad de las instalaciones, requiriendo cada vez de soluciones tecnológicas más complejas. Por otra parte se van construyendo y reconstruyendo nuevas redes cloacales y de drenaje y, desde la década de 1930 se emprenden los primeros proyectos de saneamiento y embaulamiento del Güaire, cuyos tramos, junto a los del río El Valle, van completándose en las tres décadas siguientes, incluyendo el sistema de colectores marginales. En estos procesos juega papel fundamental la creación del INOS en 1943, que centraliza en el Instituto de Acueductos y Alcantarillados del Área Metropolitana atribuciones y controles antes divididos entre el MOP y las municipalidades.
Con todo, las transformaciones infraestructurales más evidentes y definitorias de la forma de la nueva ciudad corresponden a las de transporte. En 1946 se construye el aeropuerto de La Carlota dentro del área urbana, y desde la década del 70 otros aeropuertos menores en la gran región metropolitana. Las instalaciones del aeropuerto principal, en Maiquetía, fueron reconstruidas tres veces en el período petrolero y, desde 1953, entra en servicio la autopista que lo comunica con Caracas.
La infraestructura vial debe responder al vertiginoso crecimiento de los vehículos automotores, que de 12.000 matriculados en 1942, pasan a más de un cuarto de millón en 1966, cuando la ciudad ya tenía 1 carro por cada 11 habitantes y el 17% del área ocupada correspondía a vialidad, con un 26% de vías rápidas.
Los principales componentes de la red vial de la ciudad se construyen desde mediados de la década de 1940 hasta finales de la siguiente, de acuerdo a los lineamientos de los Planos Reguladores. En las décadas siguientes se completa la red de grandes infraestructuras viales del Área Metropolitana.
Por otra parte, los estudios para un sistema subterráneo de transporte rápido y masivo para la ciudad se remontan a la década de 1950. Se retomaron una y otra vez, hasta que a fines del período de mayor riqueza relativa del país, en 1983, se inaugura el primer tramo de la primera línea del Metro de Caracas. En la actualidad éste cuenta con tres líneas completas y parte de la cuarta, siendo las completas la Catia-Petare, la de Caricuao, y la de la Plaza Venezuela y por El Valle.
De la segregación residencial
La explosión de la ciudad, con transformación del lo previamente existente y crecimiento en varias direcciones, va a incluir la estructuración, formal o informal, de los sistemas de financiamiento y obtención de distintos tipos de viviendas en urbanizaciones de distinta clase, para los diferentes niveles de ingresos, en un clásico proceso de segregación social del consumo del espacio residencial.
Los pobladores de mayores ingresos se desplazaron desde sus zonas tradicionales en el actual centro de la ciudad, ocupando originalmente urbanizaciones como El Paraíso, Los Chorros, Caracas Country Club o La Lagunita, para mantenerse hasta la actualidad en algunas de ellas, además del último proceso de densificación de lujo de urbanizaciones tradicionales del este y próximo sureste.
Para los sectores superiores de las capas medias de la población se promovieron urbanizaciones como La Florida, Campo Alegre, Los Palos Grandes, o Prados del Este, varias en las inmediaciones de las de más altos ingresos. En décadas posteriores los mismos sectores ocuparon varias nuevas urbanizaciones del sureste y parte de las edificaciones multifamiliares en esa zona y en el propio este del valle central. Los ingresos medios propiamente dichos y las capas de ingresos inferiores dentro de los medios, continúan ocupando algunos sectores transformados de la periferia del centro tradicional; ocuparon urbanizaciones como San Agustín y El Conde, donde regresaron con el Parque Central; y otras, tanto al este del valle central como en el sureste. También urbanizaciones al oeste de El Paraíso y hacia El Valle; y los de menores ingresos, al suroeste de éstas y hacia Catia. Parte de los desarrollos urbanísticos y de viviendas del Estado se dirigieron hacia capas de ingresos medios, otros a los sectores de ingresos inferiores de estas mismas capas y otras, como el 23 de Enero, a los sectores superiores de los pobladores de bajos ingresos. Para las capas intermedias y de menores ingresos dentro de los bajos, se contemplaron unos pocos desarrollos del Estado, cada vez más periféricos y de menor calidad, quedando para el grueso de esta población las casas de vecindad o pensiones de algunas zonas del centro y, fundamentalmente, los barrios de ranchos.
En 1940 habían poco más de 2.000 apartamentos, 30.000 casas y 8.000 ranchos en Caracas. Para 1960 estas cifras se habían incrementado a 83.500, 83.000 y 53.000, respectivamente. Debe considerarse que la denominación “rancho” se refería más al estado de la vivienda que a sí estaba construida dentro de desarrollos no controlados o barrios, lo que permitió contar 19.000 en 1950, cuando un estudio de mayor profundidad y con criterios más urbanísticos, hecho por el Banco Obrero apenas tres años después, cuantifica 54.000 viviendas en barrios de ranchos. En el Área Metropolitana Interna había unas 600.000 viviendas ocupadas para inicios de 1991: cerca de 300.000 apartamentos y 70.000 casas en desarrollos controlados; y cerca de 228.000 viviendas en edificaciones desde multifamiliares a unifamiliares aisladas y “ranchos” propiamente dichos, en desarrollos no controlados de barrios.
Algunos de los barrios de ranchos de la ciudad, comienzan a conformarse desde finales del siglo XIX. Pero buena parte de las que hoy constituyen grandes zonas continuas de barrios se desarrollaron hacia la segunda parte de la década de 1930, mediados de la década de 1940 y, sobre todo, desde finales de la siguiente, coincidiendo con momentos de cambios políticos.
Ya para 1951 se presenta un informe a la Gobernación del Distrito Federal, que implica el reconocimiento de las zonas de barrios como parte de la ciudad que tiende a permanecer, adelanta tipos de soluciones técnicas para urbanizar estas zonas en edificación progresiva y recomienda emprender estudios para establecer las características de urbanización existentes en cada zona de barrios y determinar las obras e inversiones necesarias para completar su urbanización. Tendrán que transcurrir 43 años para que se elabore un estudio de este tipo para todas las zonas de barrios del Área Metropolitana de Caracas. En los años 50 más bien se optó por emprender la “batalla contra el rancho”, con Caracas como frente principal. Esta política de producción masiva de viviendas de promoción pública para pobladores urbanos de bajos ingresos, aunque no pudo erradicar los barrios, fue la que permitió que Caracas sea, entre las grandes ciudades venezolanas, una de las que, comparativamente, tenga menos barrios; en el sentido de que sólo el 40% de su población reside en este tipo de desarrollos, mientras en el conjunto de las ciudades supera el 61%.
En 1953, las principales zonas de desarrollo no controlado de barrios de ranchos eran el norte de la Parroquias San José, La Pastora y Altagracia, Catia, Antímano, La Vega, la ladera norte a ambos lados de Roca Tarpeya, El Valle, Sarría-Tiro al Blanco, Chapellín y los cerros de Petare.
Entre 1953 y 1991, la población de la ciudad se triplica y las viviendas en barrios se cuadriplican. Para la última fecha existen 14 grandes zonas continuas donde se concentra más del 90% de la población residente en desarrollos no controlados: Ojo de Agua, Catia Noreste, Cotiza, Petare Norte, Catia Oeste, 23 de Enero-San Martín, Cementerio-Cota 905, Petare Sur, Antímano, La Vega, Valle-Coche, Las Minas, Macarao y Caricuao. En cada una de las siete mayores reside una población superior a la del Municipio Chacao.
Así como la urbanización controlada de las colinas del sureste requirió de la adaptación de los proyectos y de las ordenanzas que los regulaban a las extremas condiciones topográficas existentes, la invasión no proyectada de los cerros con fuertes pendientes por las zonas de barrios acarreó condiciones muy precarias de servicios locales de infraestructuras, particularmente en lo referente a la vialidad vehicular. Esta condición se ha mantenido a lo largo de los años y, con la carencia de obras urbanas estructurantes de las grandes zonas de barrios con el resto de la ciudad, constituyen la principal característica de la urbanización, por debajo de cualquier norma, de los barrios caraqueños. Además, como el resto de la ciudad, tienen fuertes restricciones para su crecimiento en extensión, y es así como, de su crecimiento interanual del 2,4%, el 1,78% corresponde a densificación, creando problemas particulares de los que están exentos las 4/5 partes de los barrios del país.
De la forma de expansión de la ciudad
En los setenta años transcurridos desde que el petróleo pasó a ser el principal rubro de exportación, la población de Caracas se multiplicó casi 30 veces y la ciudad se dispersó sobre las áreas adyacentes, creándose una extensa área metropolitana sobrepuesta a las divisiones político-administrativas tradicionales. La expansión de la ciudad integró varios pueblos y poblados del Distrito Federal y del Estado Miranda, como Antimano, La Vega, Macarao, EI Valle, Chacao, Petare, Baruta y El Hatillo. Como el uso residencial es el que demanda el mayor porcentaje del área urbana, la forma de crecimiento de la ciudad puede presentarse como la del desarrollo de nuevas urbanizaciones residenciales de promoción pública o privada, que determinaron la expansión de la ciudad hasta su forma contemporánea. De esta manera, las urbanizaciones de Caracas van a ir ocupando el valle del Güaire hacia el suroeste, las planicies y colinas al noroeste del valle central, El Valle al sur, el propio este del valle central, y los valles y colinas del sureste.
El eje de desarrollo residencial en el abra del Güaire, desde el valle central hacia el suroeste se vio interrumpido en la margen derecha del río, donde desde principios de siglo hasta 1934, se venían construyendo urbanizaciones para pobladores de altos y medios-altos ingresos. La hacienda La Vega continuó en producción agrícola hasta la década de 1950 y solo posteriormente se inició el desarrollo residencial de Montalbán-La Vega, último de urbanización y edificación privada en el oeste de la ciudad y donde, en la segunda parte de la década de los 80, se construyó Juan Pablo II, final gran desarrollo residencial de promoción pública en Caracas. Adyacentes al oeste del poblado de La Vega y de la Fábrica Nacional de Cementos instalada en 1907, surgen los primeros barrios de ranchos en 1917, desarrollándose en las décadas de 1940 y 1960, por las colinas al este y sur del poblado y entre los superbloques de la década de 1950, hasta constituir una de las 14 grandes zonas de barrios de la ciudad actual.
Por la margen izquierda del río Güaire y desde la ladera sur del Cerro Central hacia Antímano, a lo largo del primer tramo de la Gran Carretera Occidental, se construyeron urbanizaciones para pobladores de ingresos bajos y medios-bajos, y también barrios de ranchos. Desde El Guarataro hasta El Algodonal se extendían nueve urbanizaciones residenciales para fines de la década de 1950, además de la urbanizaciones industriales San Martín y La Yaguara. La zona continuó densificándose durante las décadas siguientes, particularmente en las partes bajas hacia la avenida San Martín, con la construcción de edificios de apartamentos de promoción privada o pública. En El Guarataro aparece un grupo de ranchos rurales desde 1897. Esa parte de la zona de barrios se llena hacia 1936, mientras otras partes de la misma zona, originadas hacia 1927, desarrolladas en la segunda mitad de la década siguiente y saturadas a partir de la década de 1960, llegan a invadir la ladera norte del Cerro Central y la urbanización 23 de Enero, uniendo Catia con San Martín, desde ambas laderas del Observatorio Cagigal, El Calvario y Colombia, hasta Casalta y Vista Alegre, conformando una de las grandes zonas continuas de barrios de Caracas. Otra gran zona de barrios, la segunda mayor de Caracas, se desarrolló, fundamentalmente hacia 1947 y en la década de 1960, al oeste y en los cerros sobre Antímano y su zona industrial, hacia la carretera de El Junquito.
En la misma abra del Güaire y en el extremo suroeste de la ciudad se inauguró en 1968 la urbanización Caricuao, para entonces con 12.500 viviendas y planes para completar hasta 17.000, cuyos más de 100.000 habitantes la convertirían en la séptima ciudad del país. Sólo que ciudad-dormitorio de Caracas, que requirió para acceder a ésta de una autopista ejecutada desde fines de la década de 1960 y de una línea de Metro a fines de la década de 1980. Al sur y oeste de Caricuao y de la zona industrial de los telares, se desarrolló desde 1969 una de las grandes zonas de barrios de la ciudad, mientras en la otra margen del río, hacia Las Adjuntas y por el río San Pedro y la carretera vieja de Los Teques, a partir de 1940 aparecen barrios de ranchos, que van a desarrollarse desde fines de la década de 1950, para constituir otra de las grandes zonas de Caracas y, desde la década siguiente, van a producir la conurbación con Los Teques, a través de los barrios de la Carretera Vieja.
Otra dirección de expansión residencial de la ciudad fue hacia el noroeste de la quebrada de Caroata, el abra de Tacagua y Catia. Urbanizaciones de promoción publica y privada para pobladores de ingresos bajos y medios-bajos se construyeron en esta dirección desde finales de la década de 1920. hasta 1943, cuando ya se han desarrollado parte de los barrios de ranchos de la gran zona que hasta hoy se entremezcla con las urbanizaciones y algunas industrias en ese sector de la ciudad; nueve urbanizaciones populares, con conjuntos de superbloques y 26 barrios en cuatro agrupaciones principales se extienden desde Alta Vista al oeste hasta, más allá de la propia Pastora al este. Por la propia carretera vieja hacia La Güaira aparecen invasiones en 1921 (Blandín), hasta desarrollar, desde fines de la década de 1950, la gran zona de barrios de Plan de Manzano-Ojo de Agua.
Del lado sur del Camino de La Guaira desde Caño Amarillo, Colombia y Las Canarias, establecidas desde la década de 1920, y en la altiplanicie al extremo oeste, donde se desecó al efecto la laguna de Catia, el Banco Obrero urbanizó Nueva Caracas a fines de la década de 1920. Desde allí el municipio construyó poco después el camino por El Atlántico hacia La Quebradita y la vía de Antimano. Al noroeste de Nueva Caracas se desarrollan La Cortada, hacia 1932, y Los Magallanes; al oeste Ciudad Tablitas y Urdaneta, de 1946; al suroeste, Propatria, en 1939-40; y, al este, la urbanización industrial y residencial Los Flores, de comienzos de la década de 1930. Al oeste y sur de ese sector de la ciudad se construyen en la década de 1950 los superbloques de Urdaneta y Propatria; mientras hacia el este, en la ladera norte del Cerro Central se edifica los superbloques de El Atlántico y poco después, detrás de El Calvario, en la cañada de La Iglesia, el gigantesco desarrollo del 2 de Diciembre, hoy 23 de Enero, donde de 1955 a 1957 se construyeron 9.000 apartamentos en 26 superbloques, para 60.000 personas. En los cerros del extremo oeste de Catia, donde surgen algunos barrios desde la década de 1940, se desarrolla desde fines de la década siguiente, la mayor zona de barrios de Caracas, que para 1991 cubría 530 Has., con 130.000 habitantes.
Al sur de La Candelaria, de 1926 a 1928, se urbanizan y edifican por promoción privada San Agustín del Norte, con pequeñas viviendas continuas y, en parcelas mayores, El Conde, incluyendo EI Ensanche al este de la quebrada Anauco, en terrenos de la hacienda La Güía, hasta la redoma donde comenzaba el Parque Sucre, construido en 1925 en el bosque de Los Caobos. Son las primeras urbanizaciones adyacentes al sureste de la ciudad. Al sureste del actual casco central y al sur del Güaire, el Banco Obrero financia San Agustín del Sur a fines de la década de 1920, al pié del cerro donde, desde 1923, se asienta el barrio La Charneca, que da origen, a lo largo de las décadas siguientes, a la gran zona de barrios que se extiende por ambas laderas del cerro que separa al valle central del Cementerio General del Sur.
Hacia ese valle y la margen izquierda del río El Valle también se expande la ciudad: por El Portachuelo y la carretera del Sur, desde Buenos Aires y la urbanización hoy denominada Las Flores, accedida desde el centro por Puente Hierro, donde existió el tranvía que cruzaba el túnel de Roca Tarpeya hasta avanzada la década de 1930 y donde se construyeron posteriormente El Helicoide y la conexión de la Avenida Fuerzas Armadas con la Nueva Granada y la Presidente Medina. Allí se desarrollan urbanizaciones para la primera mitad de la década de 1930. otorgándose también el permiso para otras a fines de la década. En la misma zona se van a desarrollar posteriormente nuevas urbanizaciones, mientras, al sureste, en la ladera de El Valle, desde La Bandera hasta Coche, las invasiones comenzadas desde 1927 y continuadas en las décadas siguientes hasta inicio de los años 50, van a producir una de las grandes zonas de barrios de la ciudad. En las zonas bajas de la margen izquierda del río y al sur del pueblo de El Valle, el Banco Obrero construyó Los Jardines de El Valle en 1928-29 y, posteriormente, Las Veredas de Coche-Delgado Chalbaud, así como varios conjuntos de edificios, hasta la década de 1970. También se construyeron algunas urbanizaciones privadas. Al nordeste, en la otra margen del río, se urbanizan otras para pobladores de ingresos mayores, dentro de la tipología de urbanizaciones en colinas que caracterizará al desarrollo del sureste de la ciudad. El resto de las zonas planas en la margen derecha del Río El Valle hacia el suroeste, serán ocupadas por el conjunto monumental de Los Próceres y zonas militares.
Con todo, la dirección fundamental de expansión del área urbana fue hacia el este del valle central, con la urbanización de los campos de hortalizas aledaños, y de las viejas haciendas de caña y de café, a lo largo de la carretera del este, de la línea del tramo Quebrada Honda a Petare del Ferrocarril Central, y del tranvía Santa Rosa-Petare. Como conjunto de desarrollos independientes de promoción privada que fué, desde 1912 cuando se inicia al noreste del valle la lotificación para residencias “de temperamento” en Los Chorros, el surgimiento de las distintas urbanizaciones no obedeció a un patrón lineal oeste-este, desde el actual casco central, sino más bien a la intercalación de las iniciativas de los urbanizadores, de acuerdo a las negociaciones sobre las propiedades existentes. La organización más frecuente para la promoción de las primeras urbanizaciones privadas al este de Caracas fue la constitución de compañías denominadas “sindicatos urbanizadores”. Desde 1909 aparece la urbanización popular Santa Rosa, desarrollada con relación a la estación de tranvías y a la adyacente del ferrocarril en Quebrada Honda. El tren se dirigía a poblados como Sabana Grande, Chacao, Los Dos Caminos y Petare, antes de descender hacia los valles del Tuy. En la zona también preexistían puestos o paraderos de recuas con pulperías y corredores, como Chacaíto. A mediados de la década de 1930 se desarrolla Maripérez, adyacente a Santa Rosa, y a fines de la década se otorgan el permiso para la construcción de las urbanizaciones Prado Emilia, Guaicaipuro y San Bernardino, por la misma zona y hacia el noroeste. En 1939 se inicia la promoción de Los Caobos, en terrenos de la parte este de la hacienda Maripérez.
Entre 1928 y 1932 comienzan las urbanizaciones La Florida, Las Delicias, Country Club, Campo Alegre, Los Palos Grandes y Sebucán. En 1934 se observa el desarrollo de los poblados de Sabana Grande, Chacao y Los Dos Caminos. A fines de la década, se han otorgado los permisos para las urbanizaciones La Campiña y Sabana Grande. En 1941 comienza el desarrollo de Santa Eduvigis, El Pedregal de Chapellín, La Castellana y Altamira, que para 1942 estaba urbanizada, pero aún por edificar. En 1950 está casi lleno el este del valle central y para 1954, la urbanización Horizontes es el límite este del desarrollo.
La edificación en las urbanizaciones del este alcanzó su cúspide en la década de 1950, cuando la construcción en el Distrito Sucre superó a la del Distrito Federal. A mediados de la década siguiente se extendían 49 urbanizaciones residenciales edificadas (25 de ellas presentando construcciones multifamiliares de apartamentos). Sólo faltaba La Urbina, de fines de esa década, para colindar con la gran zona de barrios de los cerros de Petare Norte, desarrollada desde fines de la década de 1950.
El Parque de Los Caobos, el del Este, el aeropuerto de La Carlota y algunas urbanizaciones industriales, como Chacao-El Retiro, Los Ruices, Boleíta o Los Cortijos de Lourdes, así corno la mezcla con otros usos, en ocasiones dominantes, en los ejes viales principales y en ciertas urbanizaciones como Chacao, apenas interrumpían la continuidad del uso residencial al este del valle central.
En el extremo este, en el pequeño valle entre los cerros de Petare Norte y Petare Sur, se desarrollaron urbanizaciones de promoción pública, y privadas industriales y residenciales. Aún más allá, en las colinas del noreste y por la vía de la Carretera de Guarenas a la fila de Mariches, desde la década de 1950 comienza a desarrollarse urbanizaciones, hoy con edificaciones multifamiliares, pasando las universidades privadas del noreste, accesibles por la autopista de Guarenas y la vieja carretera.
También en el este y en las vegas de la margen derecha del Güaire se desarrolló en la década de 1940 la urbanización Las Mercedes y posteriormente, a inicios de la década de 1950, la parte llana y las pendientes por la vieja carretera hacia Baruta, de Colinas de Bello Monte, urbanización pionera en el aprovechamiento de las colinas del sureste de Caracas, dirección emprendida por el desarrollo residencial para ingresos medios y altos en las décadas siguientes. La poca capacidad de adaptación topográfica del trazado de mallas rectangulares condujo a la alteración de este patrón cuando se ocuparon las colinas. Además, fue necesario modificar las ordenanzas referentes a la definición de pendientes urbanizables, así como a las secciones-tipo de las calles, eliminando los estacionamientos.
La urbanización del sureste comienza por las colinas centrales y Valle Arriba, mientras que, accediendo por el abra de la quebrada de Baruta, se promueven Prados del Este al sur y San Román al norte, desde mediados de la década de 1950, cuando aparece la construcción de vías de varias urbanizaciones en las laderas al este de la quebrada, del otro lado de la cresta y al sur. Hacia mediados de la década siguiente existen otras 13 urbanizaciones en las colinas de ese acceso principal al sureste, 2 de ellas en construcción, pocas totalmente edificadas y sólo las inmediatas al acceso por Las Mercedes con escasos edificios multifamiliares. Las urbanizaciones se extienden al sureste, en las laderas del conjunto de colinas de la margen derecha de la quebrada, al este de la autopista y en la otra margen de la quebrada Baruta y al oeste de la autopista, dónde surgen nuevas urbanizaciones hasta finales de la década de 1980. Para esta fecha la mayoría de las urbanizaciones tiene edificios de apartamentos, en un patrón inverso al ordinario, dónde la densidad se concentra lejos de la vía principal de acceso, hacia las partes altas y ello ha traído como consecuencia una de las peores accesibilidades al valle central, a pesar de la construcción de un segundo piso en la conexión con la autopista del Este. La mayor concentración de barrios de ranchos de la zona, en Santa Cruz-Las Minas, data de 1947.
El problema de accesibilidad por el abra de Baruta se agrava con el desarrollo a La Trinidad-Baruta y de allí hacia La Lagunita Country Club, última frontera de la suburbanización de lujo, antes que el problema de la accesibilidad del sureste y de los cambios en los patrones de vida de los pobladores de altos ingresos, los condujesen a la redensificación del norte de las urbanizaciones del este tradicional del valle central, actual centro geométrico de la ciudad. La Trinidad, con una pequeña zona industrial, se desarrolla desde mediados de la década de 1950, así como la propia Lagunita; dos urbanizaciones más, una con edificios multifamiliares y otra en construcción para mediados de la década siguiente; Y doce más en 1995, incluyendo algunas “urbanizaciones piratas”, de parcelas vendidas como parte de lote rural mayor y sin urbanizar.
En las vegas al este de Las Mercedes se urbaniza Chuao hacia finales de la década de 1950 y por esa entrada al sureste se promueven seis urbanizaciones más, hasta mediados del 60, cuando aparecen 8 más, que se edifican, muchas de ellas con edificios de apartamentos, en las décadas siguientes.
En las colinas al sureste de Chuao y Caurimare se urbaniza Lomas de Los Ruices y más al este, también desde finales de la década de 1950, se desarrolla otra entrada al sureste, por Macaracuay y hacia La Güairita. Ya este sector del sureste fue urbanizado y posteriormente edificado, para niveles de ingresos menores a los situados más al oeste, siempre dentro de capas medias de la población.
Más al este, una vez pasada la urbanización Brisas de Petare, se construyó el último acceso del sureste, por la margen derecha del Güaire. En los cerros de la otra margen del río se fueron construyendo barrios de invasión desde la década de 1930, y la mayoría desde fines de la de 1950, para constituir Petare Sur, una de las más extensas y pobladas zonas continuas de barrios de Caracas.
En la misma época que se desarrolló explosivamente el este de Caracas, se construyeron un conjunto de urbanizaciones y clubes recreacionales privados en el Litoral Central. También en el extremo este del Litoral Central y para pobladores de ingresos modestos, el Estado construyó en la década de 1950 la Ciudad Vacacional Los Caracas, y durante las décadas siguientes varios balnearios públicos para la población caraqueña, al tiempo que en la ladera norte de la serranía de El Ávila se desarrollaron barrios de ranchos que para 1995 se extienden desde Arrecife hasta Caraballeda en 9 grandes zonas, con más de 150.000 habitantes.
En los años de 1927 a 1929 se presentan 17 solicitudes para desarrollar urbanizaciones residenciales privadas en el Distrito Federal. Entre 1936 y 1940 se otorgan 10 permisos de urbanización en toda la ciudad; más de 20 entre 1941 y 1945; 20 entre 1946 y 1950; y 50 entre 1950 y 1957, con 13.000 permisos de edificación: es el ritmo acelerado de la promoción privada, que va a concentrar en Caracas el 70% de los permisos a la construcción en todo el país, desde 1948 a 1957. Desde el inicio de la modernización petrolera hasta mediados de la década de 1960 se habían construido unas 120 nuevas urbanizaciones privadas.
La expansión de Caracas hacia el este consistió en la yuxtaposición de urbanizaciones, cada una concebida como unidad suburbana aislada, y basada en el transporte automotor privado. Sobre el conjunto se produjeron algunas obras urbanas estructurantes de vialidad y, dentro de las urbanizaciones, procesos de redensificación y cambios de usos, algunos subrepticios y sin mayores transformaciones morfológicas y otros, calificados jurídicamente, con grandes reconstrucciones y transformaciones de lo edificado, manteniendo el trazado original. Las urbanizaciones se promovieron incluyendo las vías, infraestructuras y servicios locales que les correspondían, de acuerdo a las ordenanzas vigentes. Pero la yuxtaposición de los conjuntos de urbanizaciones, la densificación de su construcción y la propia obsolescencia de las infraestructuras mínimas, y en ocasiones rurales, con las que fueron inicialmente dotadas, determinaron la necesidad de que el Estado produjese simultánea y posteriormente obras estructurantes de transporte, redes matrices de infraestructuras, servicios comunales de ámbito intermedio o metropolitano no mercantiles e incluso la construcción de nuevas redes locales de infraestructuras.
La mayoría de las urbanizaciones de promoción privada sufrieron un proceso que va desde el parcelamiento y la trama vial sin casi edificación alguna, a la construcción de quintas y de algunos edificios con algunos servicios comunales tardíos y más edificios en adelante, con aparición de comercios y otras mezclas y cambios con usos de empleo, además de obras estructurantes con el resto de la ciudad. Es la forma local del proceso de crecimiento urbano con transformación de las partes de la ciudad existente. El mismo tipo de proceso general que llevó al espacio ocupado por la ciudad pre-petrolera a convertirse en casco central de la gran ciudad: el mayor centro comercial, de empleo y de servicios metropolitanos y nacionales, con escasas viviendas para pobladores de ingresos medios y bajos, y con una trama vial jerarquizada que debía superar las limitaciones de la cuadrícula tradicional sobre la que se construyó. En el este del valle central ese proceso histórico de desarrollo urbano condujo desde una aglomeración de urbanizaciones residenciales poco densas, con poblados y pueblos que poseían su propia modesta estructuración de centralidad, comercio, empleo y servicios no residenciales, a la densificación residencial, el desarrollo de servicios de locales a metropolitanos, el surgimiento de sub-centros y ejes de empleo y comercios, con una trama principal de líneas de transporte paralelas en sentido este-oeste, sobrepuesta a las precarias conexiones iniciales y a las vialidades locales, en su mayoría jerarquizadas en sentido norte-sur.
Procesos similares ocurrieron hacia Catia, al noroeste, Macarao y Caricuao al suroeste, y El Valle-Coche. Sólo la gran extensión del sureste del Área Metropolitana, con dominio casi absoluto del uso residencial, ha dificultado que su estructuración urbana desarrolle sub-centros de empleo adecuados para su escala y composición social, o sistemas eficientes de transporte hacia los sub-centros del valle central. Problema equivalente al de los desarrollos periféricos de ciudades-dormitorio en la región metropolitana, hacia Guarenas-Guatire y, en mayor medida, hacia los Valles del Tuy, dónde se planificaron en las décadas de 1960 y 1970, sin llegar a realizarse, Ciudad Fajardo y Ciudad Losada, respectivamente.
Como resultado del proceso de crecimiento y transformación urbana en su conjunto se produjo la estructuración jerárquica de centros de empleo distribuidos en toda el Área Metropolitana.
Tipologías edificatorias residenciales
Las tipologías edificatorias de los asentamientos residenciales pueden asociarse, no solo a períodos y niveles de ingresos de los ocupantes, sino también a las necesidades técnicas de las formas de promoción principal y secundaria de las urbanizaciones y viviendas. La tipología de quintas o viviendas aisladas con retiros en todos sus lados, dominante en las primeras fases de las urbanizaciones del este y del sureste, y presente desde la urbanización de El Paraíso, se asocia a promociones donde se construían las vías e infraestructuras, para vender las parcelas, objeto de autopromoción posterior de las viviendas individuales. Las dimensiones de las parcelas y de las viviendas se ajustan a los distintos niveles de ingresos de los clientes de las urbanizaciones.
Otras urbanizaciones de promoción privada o pública, destinadas a clientes de ingresos modestos, contemplaban la urbanización de terrenos y la edificación simultánea, para la venta de parcelas con viviendas, permitiendo tipologías continuas, reducidas y compactas, con empleo de paredes medianeras, sin las complejidades de la medianería de las zonas tradicionales del centro y del norte. Por otra parte, en los barrios de ranchos prácticamente no existen medianeras, incluso en los fuertemente ocupados y densificados en altura, porque cada vivienda pasa por procesos individuales de desarrollo progresivo auto promovido.
La tipología de edificios de apartamentos se inicia con la promoción pública de El Silencio a mediados de la década de 1940, conjunto único en cierto sentido, pero también pionero de otros de alta densidad y baja altura construidos desde entonces; se desarrolla con pequeños edificios de promoción privada en algunas zonas centrales o de las vías principales de expansión de la ciudad, desde finales de los 40 a nuestros días; se potencia con los superbloques públicos de la década de 1950 y con los conjuntos de torres y bloques que los sucedieron; incluye los conjuntos y edificios aislados con los que la promoción privada fue dando respuesta a las necesidades de vivienda de distintos sectores de las capas medias en toda la ciudad durante cinco décadas; asimismo, a construcciones multifamiliares que comienzan a multiplicarse en los barrios desde la década de 1970, hasta convertirse en la forma principal de residencia en Caracas, para distintos niveles de ingreso. En el caso de la promoción privada el proceso requirió de la institución de formas apropiadas de financiamiento hipotecario y de la creación de las leyes de Propiedad de Apartamientos, en 1957, y de Propiedad Horizontal, en 1958 y; en algunos casos, pasó por tipologías intermedias de casas con apartamentos, como las existentes en Las Mercedes, o de edificios con forma de casas, como los que aún pueden encontrarse en la misma urbanización o al norte de El Paraíso, o evolucionó a otras formas intermedias, como los modernos “Town Houses”, o condominios de casas en buena parte de las urbanizaciones del sureste casi completamente en menos de un añode la región metropolitana.
Algunas urbanizaciones preveían desde su inicio la construcción de edificios multifamiliares. Otras, van a redensificarse sustituyendo quintas por edificios, como parte del proceso de densificación general de la ciudad, que viene incluyendo la informal por subdivisión y ocupación de retiros en los propios desarrollos controlados, y la de los barrios de ranchos por una ocupación cada vez mayor y con edificaciones más altas.
Los desarrollos multifamiliares privados han estado asociados a promociones de segundo nivel, de la edificación o conjunto de edificaciones, en parcelas urbanizadas y frecuentemente integradas o redensificadas, adquiridas por nuevos promotores, que van a vender viviendas terminadas al usuario final. Por su parte, los desarrollos multifamiliares públicos, usualmente son de una escala mucho mayor e implican la promoción simultánea de urbanización y edificación, aunque hay casos de repromoción de edificios en urbanizaciones construidas anteriormente, donde el promotor público conservó la propiedad sobre terrenos comunes y no edificados.
Conformación de la imagen de Caracas.
La ciudad de Caracas va a desarrollarse en un ambiente orográfico privilegiado, que ha contribuido a mantener por siglos la identidad formal de la ciudad, a pesar de los ingentes cambios en la costra técnica, aportando valores paisajísticos no proyectados, pero perennes.
En la configuración de la Caracas contemporánea contribuyen significativamente diversos tipos de prefiguraciones de partes de la forma urbana. Algunos son diseños urbanos referidos a proyectos de conjuntos arquitectónicos o elementos paisajísticos en un área restringida y definida, con programa determinado, cliente único, tiempo establecido y control de todos los aspectos significativos de la forma. Entre ellos el del Parque Los Caobos. O el gran conjunto de la Universidad Central de Venezuela con el Jardín Botánico. También el Parque del Este. Pertenecen a este grupo de diseños urbanos de proyectación única otros importantes conjuntos edificados como El Silencio, construyendo la confluencia de tres avenidas principales en la Plaza O’Leary. También el gran conjunto residencial del 23 de Enero, y la renovación urbana en Parque Central. Asimismo, los conjuntos de otras universidades públicas y privadas construidos en la periferia urbana en las décadas de 1970 a 1990; otros grandes parques como el zoológico de Caricuao, de comienzos de la década de 1970, o el más reciente, del Oeste, por renovación urbana en Los Flores de Catia, e incluso el gran cementerio privado de La Guairita. En el límite de este tipo de diseños urbanos se encuentra también el complejo recreacional-simbólico-militar en la margen derecha del río El Valle.
Otros conjuntos edificados, aunque conservan relativamente las condiciones definidas de límites, programa, cliente y tiempo, combinan un proyecto de diseño urbano de control parcial y de sólo algunos elementos significativos de la forma con diseños arquitectónicos independientes de las partes construidas. Diferenciando al cliente para el diseño urbano en el promotor, de los múltiples clientes de los posteriores proyectos de edificación, pueden considerarse dentro de este tipo de diseño urbano de nuevos desarrollos la mayoría de las urbanizaciones residenciales de promoción privada que conformaron parte sustantiva de la ciudad contemporánea.
Hay un proceso cultural de alejamiento del modelo de cuadrícula centro urbano de edificación continua y compacta con patios, a nuevas formas de diseño urbano para la tipología suburbana de quintas aisladas en jardines individuales y con vías arboladas, iniciada en El Paraíso y decantada con las urbanizaciones del este. Las dimensiones de parcelas, las características del trazado de vías con otros espacios públicos, el tipo y calidad de los servicios de infraestructura, las previsiones de servicios comunales y, en general, las calidades de diseño urbano, van a. presentar variaciones entre las distintos urbanizaciones. Esto responderá a la autoría de cada proyecto individual, sobre la base del balance entre negocio y calidad en cada promoción, destinada a estratos diferenciados del mercado.
Mientras el diseño original de algunas urbanizaciones presentaba un cierto nivel cualitativo, otras no pasaban de aglomeraciones de parcelas con un trazado elemental, o de conversiones mas o menos afortunadas de parcelamientos totalmente periféricos en parte de una ocupación continua.
En los primeros desarrollos de las colinas, donde los modelos culturales a apelar eran mucho más escasos, se utilizó la jerarquización de vías arboladas característica de los trazados de urbanizaciones en pendientes moderadas para las partes que así lo permitían, se construyeron servicios comunales inusuales, como la concha acústica, e incluso se efectuó un concurso para desarrollar el tipo de “quinta en pendiente”. Posteriormente se aprovechó la disminución de los requerimientos dimensiónales de la vialidad y el aumento de las pendientes de construcción permitida, obtenidos desde esas primeras urbanizaciones, para parcelar al máximo, con un trazado meramente funcional, obteniéndose el tipo suburbano característico del sureste, posteriormente modificado con edificaciones multifamiliares.
También con diseños urbanos de nuevos desarrollos de trazado elemental y proyectos independientes para las edificaciones, se produjeron las urbanizaciones industriales privadas en distintas zonas de Caracas. Con la presión del desarrollo urbano y con el proceso de descentralización a partir de la década de 1970, muchas industrias se fueron trasladando al interior aunque mantuviesen la dirección de las empresas en la capital, y parte de las zonas industriales han transformado su uso, sin llegar a ejecutarse proyectos de diseño urbano de renovación.
El tipo más complejo de proyectos de diseño urbano le constituyen las prefiguraciones zonales con límites relativamente imprecisos, sin tiempo establecido de ejecución, programa indeterminado, clientes múltiples, control parcial y de solo algunos elementos significativos de la forma, con cambios constantes y diseños arquitectónicos parcialmente independientes del urbano. Este tipo de proyectos también contribuyó significativamente a la configuración de Caracas. En algunos casos apenas pasan de ordenanzas ordinarias para restringir la forma de lo construible. En otros se trata de poco más que la yuxtaposición o sobre posición de proyectos arquitectónicos.
Como formas más elaboradas dentro de este tipo de proyectos de diseño urbano, pueden citarse el del eje Centro Histórico-Banco Central-Altagracia-Foro Libertador, y el de la zona de la Avenida Bolívar. Vinculados a este siempre variante proyecto emblemático del desarrollo caraqueño, aparece también el conjunto de edificaciones culturales al inmediato noreste, en Los Caobos, de proyectación descoordinada, sin un sub proyecto común de diseño urbano, que tampoco existió para su prolongación este, en la aglomeración de edificaciones culturales y de culto de Quebrada Honda.
Un proyecto como el de la zona de la Avenida Bolívar, donde se sobreponen, modificándolo, proyectos parciales e incluso generales, uno tras otro a lo largo de 50 años, constituye prácticamente el límite entre una verdadera prefiguración de la forma urbana, o diseño urbano, y la simple evolución histórica de la construcción de una zona de ciudad, como la que ha venido ocurriendo en la zona de El Calvario a Caño Amarillo y Miraflores.
Otro tipo de proyectos de diseño urbano, también relativamente importantes para la configuración de Caracas, son los sectoriales o de sistemas de objetos urbanos relacionados funcionalmente, bajo una gestión única, pero que sólo constituyen parte del ambiente urbano. En este sentido se orientaron diversos e infortunados intentos referidos a la señalización urbana, a los sistemas de alumbrado público o semaforización y a algunos elementos de mobiliario urbano, como las paradas de transporte público o los quioscos de las aceras. También pueden inscribirse dentro de este tipo de proyectos de diseño urbano los de algunos elementos de la propia red vial o peatonal.
En él limite, algunos grupos de edificaciones, aunque dispersos en el área urbana, pueden considerarse integrantes de un diseño urbano sectorial. Muchos otros sistemas sectoriales constituidos por edificaciones, difícilmente pueden considerarse prefiguraciones asumidas como oportunidades de composición urbana.
Dentro de los proyectos sectoriales de diseño urbano están los desarrollados por el Metro, incluyendo los bulevares de Catia, Sabana Grande, Caricuao y Quebrada Honda.
En la construcción de la Caracas moderna se han presentado problemas típicos para el diseño urbano, como la construcción de áreas especiales para universidades, para conjuntos culturales y de culto, para grandes instalaciones de exposiciones o recreacionales; la constitución de zonas centrales y comerciales; la especialización de líneas de movimiento; la renovación urbana; la conservación y restauración de áreas urbanas con valor patrimonial; nuevos desarrollos, hasta nuevas ciudades; rehabilitación de desarrollos existentes; y habilitación urbana de zonas con condiciones sub-normales. Sólo algunas veces fueron asumidos a través de proyectos de diseño urbano. En otras, los proyectos no se ejecutaron o se ejecutaron muy parcialmente. Buena parte de los problemas, como la conservación del centro histórico o la habilitación física de los barrios de ranchos, fueron prácticamente ignorados y abandonados a su propia dinámica.
Es así como, a pesar de significativas contribuciones de los diversos tipos de diseño urbano en la configuración de Caracas, la imagen de la ciudad contemporánea es en gran parte producto de la yuxtaposición y sobreposición de construcciones descoordinados. Sólo algunas de estas construcciones responden a proyectos formales de arquitectura o ingeniería, independientes entre sí y sin más orden general que el impuesto por ordenanzas deficientes en consideraciones de diseño urbano. Y eso solamente para la parte controlada de la ciudad.
Además de las urbanizaciones residenciales e industriales determinantes en la forma de expansión de la ciudad, la promoción privada contribuyó significativamente a la configuración del ambiente urbano contemporáneo, desarrollando elementos sectoriales edificados y zonas características, sin más diseño urbano de conjunto que las restricciones de usos y constructivas de las ordenanzas correspondientes. Aquí se incluyen edificaciones de uso comercial, concentraciones de edificios de oficinas y servicios comunales de ámbito intermedio y metropolitano, donde los elementos construidos de consumo colectivo educacional, asistencial o recreacional se constituyen en capital privado, como los complejos de clínicas privadas.
La tendencia a la concentración zonal o axial de edificaciones comerciales independientes viene desde la ciudad del siglo XIX, con la central Calle del Comercio y continúa hasta la Caracas contemporánea. Como en la Avenida España de Nueva Caracas, o en Sabana Grande desde mediados de este siglo, hasta la invasión y posterior sucesión del uso residencial por el comercial en Las Mercedes, en la medida que se convertía en zona de paso para un sureste cada vez más poblado. Por otra parte, las tiendas por departamentos, también de mediados de siglo, dieron paso a los centros comerciales característicos de la ciudad dispersa con El Helicoide, frustrado proyecto de la década de 1950 y símbolo urbano de variadas connotaciones, como antecedente, los centros comerciales o “plazas contemporáneas” proliferaron en toda la ciudad desde la década de 1960 hasta nuestros días.
Inducidas conscientemente o aceptadas por los cambios de ordenanzas, las concentraciones de grandes torres de oficinas con fuerte impacto en la imagen urbana y en la construcción de nuevas centralidades, comienzan a producirse desde la década de 1950 y se incrementan en el período de ingresos extraordinarios, desde mediados de la década de 1970 a inicios de la siguiente, hasta la actualidad, como concreción espacial de las tendencias a la terciarización del empleo y al predominio del capital financiero.
Arquitecto, (UCV, 1972). Magister Scientiarum en Urbanismo, (UCV, 1981). Cursante del Doctorado en Estudios del Desarrollo, CENDES, (UCV, 1996-1998). Profesor de Economía Política FAU-UCV. Autor de ensayos e investigaciones sobre la teoría del valor, el intercambio desigual y las formas sociales de la globalización. Experiencia de más de 30 años en Planes y Proyectos urbanos, vivienda y gestión del desarrollo en instituciones privadas y públicas. Práctica de diseño urbano y arquitectura, con énfasis en desarrollos residenciales, industriales y espacios públicos. Coordinador del Taller Vivienda FAU-UCV. Profesor de Estructura Urbana, FAU-UCV. Profesor de las Maestrías del Instituto Experimental de la Construcción (IDEC) y del Instituto de Urbanismo UCV; de la Facultad de Arquitectura de la ULA, de Columbia University. Coordinador de la elaboración de la metodología y de los Planes Sectoriales de Incorporación de las Zonas de Barrios (desarrollos residenciales no controlados) a la Estructura Urbana para la Zona Metropolitana Extensa de Caracas y para la conurbación Barcelona-Puerto La Cruz-Guanta. Premio Nacional de Investigación en Vivienda 1995. Autor de ensayos y publicaciones y de distintas propuestas de acción sobre el hábitat de pobladores urbanos de bajos ingresos. Asesor del Programa Nacional de Vivienda, CONAVI, 1999-2000. Ganador de Mención Obra Arquitectónica Cultural/Social, X Bienal de Arquitectura, 2001. Administrador Delegado del Ministerio para la Vivienda y Hábitat en el Programa de Transformación Endógena de Barrios, 2004-2005. Coautor y promotor en escala nacional de técnicas, instrumentos y prácticas de autogestión comunitaria en materia de vivienda y hábitat. Consultor de la Corporación Andina de Fomento CAF para habilitación física de desarrollos urbanos residenciales no controlados
3 comentarios:
Me he encontrado por azar con la pagina y el articulo "El urbanismo de Caracas moderna" creo que hubiese sido necesario indicar las fuentes de una buena parte de la información que allí se recoge, necesaria para los análisis del autor. Por ejemplo, las Notas ... de Razetti de 1898, hay muchos otros casos
saludos me gustaría que me indicara si san agustín lo empezó a desarrollar gusman blaco en 1876, en dado caso lo que comprende de los pasajes 1 al 12. ya que vi en un documental que fue gusma blanco que lo hizo.gracias, respode a mi correo: kethainbrahm@gmail.com.kernan ojeda.
siento que se repiten muchas quejas y lugares comunes sin dar la solución
si gusta leer mi blog
acerca del entendimiento y el espacio}
podemos conversar en persona
GRACIAS
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