Claudia Heredia G.
Luego de un domingo (2 de diciembre de 2007) lleno de incertidumbre, intriga y desesperación, los venezolanos pudimos conocer bien tarde los resultados de las elecciones. Parecía mentira, el CNE reconocía que la opción del NO a la reforma constitucional propuesta había resultado vencedora. Luego de la alegría que sentimos muchos de nosotros y de la corta e inevitable celebración comenzó un proceso de reflexión interno que fue creciendo a medida que pasaban los días. Preguntas iban y venían, algunas de ellas sin embargo aún carecen de respuesta.
Ahora, es bueno ver las cosas con un poco más de objetividad, dejando a un lado la emoción del momento, al fin y al cabo toda emoción es una reacción subjetiva y temporal y nos puede desviar del camino que debemos tomar, que según mi punto de vista, es más largo de lo que se cree, aunque así no lo asuman muchos de nuestros dirigentes políticos.
Si bien es cierto que el movimiento estudiantil ayudó enormemente a movilizar a la población venezolana, me temo que no fue en la proporción que esperábamos, la abstención continúa siendo casi la misma y los votos de la oposición mantienen una media casi inalterable. Por otra parte, debemos tomar en cuenta que muchos afectos al oficialismo votaron en contra de la reforma, esto sin contar con aquellos que definitivamente tuvieron que alejarse del llamado proceso revolucionario y ubicarse en las filas de la oposición. ¿Es entonces un verdadero triunfo para la oposición? Además, un gran grupo de personas no se movilizó porque sencillamente no creían en el CNE y esto era de esperarse ¿cómo creer en un CNE que fue tildado de fraudulento una y otra vez? ¿Hubo o no fraude en las elecciones pasadas? Y si lo hubo ¿por qué la oposición no se movilizó como lo hizo este 2 de diciembre? Ustedes me perdonan, pero es hora de desconectarnos un poco de las manipulaciones mediáticas y recobrar la memoria histórica, que por cierto cada día tiende a ser más corta.
¿Tuvimos realmente un cambio en nuestra mentalidad como colectivo o simplemente cambiaron los actores debido a una necesidad política del momento? ¿Hemos comprendido realmente la terrible situación que enfrenta el país o un gran número de venezolanos les interesa más su beneficio personal que el futuro de Venezuela? ¿Son todos nuestros dirigentes, tanto jóvenes como mayores, un ejemplo de honestidad, moral y principios? ¿Sabemos el gobierno que queremos y debemos tener? ¿Nuestras actuaciones son guiadas por la razón o por el sentimiento?
Estas y otras tantas preguntas deben necesariamente ser parte de nuestra reflexión diaria. Yo, desde lo más profundo, considero que seguimos siendo un pueblo 100% manipulable, que espera desde lo más profundo de su corazón, a un gran hombre o mujer que guíe sus pasos y en el cual delegar toda responsabilidad. La conducta ciudadana no es precisamente nuestro fuerte y eso es fácilmente comprobable, basta ver nuestra participación en el día a día ¿o hacemos algo más que quejarnos o ejercer a lo sumo nuestro derecho al voto? Basta ver nuestro comportamiento en las calles, paradas, tráfico, etc, etc. ¿Sabemos realmente a dónde vamos? ¿Sabemos el camino que debemos seguir? Tal vez no, pero demos buscarlo y luchar por eso.
Ahora, es bueno ver las cosas con un poco más de objetividad, dejando a un lado la emoción del momento, al fin y al cabo toda emoción es una reacción subjetiva y temporal y nos puede desviar del camino que debemos tomar, que según mi punto de vista, es más largo de lo que se cree, aunque así no lo asuman muchos de nuestros dirigentes políticos.
Si bien es cierto que el movimiento estudiantil ayudó enormemente a movilizar a la población venezolana, me temo que no fue en la proporción que esperábamos, la abstención continúa siendo casi la misma y los votos de la oposición mantienen una media casi inalterable. Por otra parte, debemos tomar en cuenta que muchos afectos al oficialismo votaron en contra de la reforma, esto sin contar con aquellos que definitivamente tuvieron que alejarse del llamado proceso revolucionario y ubicarse en las filas de la oposición. ¿Es entonces un verdadero triunfo para la oposición? Además, un gran grupo de personas no se movilizó porque sencillamente no creían en el CNE y esto era de esperarse ¿cómo creer en un CNE que fue tildado de fraudulento una y otra vez? ¿Hubo o no fraude en las elecciones pasadas? Y si lo hubo ¿por qué la oposición no se movilizó como lo hizo este 2 de diciembre? Ustedes me perdonan, pero es hora de desconectarnos un poco de las manipulaciones mediáticas y recobrar la memoria histórica, que por cierto cada día tiende a ser más corta.
¿Tuvimos realmente un cambio en nuestra mentalidad como colectivo o simplemente cambiaron los actores debido a una necesidad política del momento? ¿Hemos comprendido realmente la terrible situación que enfrenta el país o un gran número de venezolanos les interesa más su beneficio personal que el futuro de Venezuela? ¿Son todos nuestros dirigentes, tanto jóvenes como mayores, un ejemplo de honestidad, moral y principios? ¿Sabemos el gobierno que queremos y debemos tener? ¿Nuestras actuaciones son guiadas por la razón o por el sentimiento?
Estas y otras tantas preguntas deben necesariamente ser parte de nuestra reflexión diaria. Yo, desde lo más profundo, considero que seguimos siendo un pueblo 100% manipulable, que espera desde lo más profundo de su corazón, a un gran hombre o mujer que guíe sus pasos y en el cual delegar toda responsabilidad. La conducta ciudadana no es precisamente nuestro fuerte y eso es fácilmente comprobable, basta ver nuestra participación en el día a día ¿o hacemos algo más que quejarnos o ejercer a lo sumo nuestro derecho al voto? Basta ver nuestro comportamiento en las calles, paradas, tráfico, etc, etc. ¿Sabemos realmente a dónde vamos? ¿Sabemos el camino que debemos seguir? Tal vez no, pero demos buscarlo y luchar por eso.
Imagen: León Grauer.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario