01 agosto 2011

sin título

Santiago Méndez Alpizar



Finalmente murió tía Candita / atada a la asfixia / con balón de oxígeno a remolque. Todo este alejamiento / todos los días de los tantos años sin verla/ sin vernos/ hace termine con una tristeza diferente / más filosa a la que me provoca cierta canción de Prince por Sinead O´ Connor.
Para seres como tía Candita deseo exista el cielo.
El tiempo cobra también en ausencia. O viceversa.  Podría entonces pagar toda esta falta: todas las veces que no encontró el buchito de café/ los cigarros que la iban matando. Podría pagar trocar su ausencia por la mía. Su incapacidad para llegar sin dejar de avisar de la pobreza.
Murió finalmente tía Candita/ unida al axioma de otra vida mejor. Ahora estará con abuela y con mi madre: con su hija/ mi prima pequeña que se fue la primera.
Nos dejó los conjuros contra el empacho/ el mal de ojo. Cómo crecer el arroz microjet: triple de agua que el agua alimenta/ limpia por dentro/ por fuera.  Algunas canciones de Leo Dan/ a quien ahora escucho y me resulta igual de lamentable/ pero me es imposible de separar: romántica a fuerza de pobreza/ las canciones que se escuchan en las casas de los pobres. Será que la pobreza -entonces- lleva en sí maneras contestatarias.
Murió tía Candita/ se fue secando: apenas 20 kilos/ según me lo han contado.





San Juan de los Remedios, 19 de Enero de 1970, Las Villas, Cuba.
Su último libro publicado, Bagazo: poemas iberos, se puede solicitar en Amazon. (Efory Atocha ediciones, Madrid 2010).  Coordina la página de literatura y arte, Efory Atocha.com.
Reside en Madrid desde 1996.

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