María Gabriela Lovera Montero
Mi boca está en mi boca.
Lo que no está
es la palabra,
la primera,
aquella que hizo girar en éxtasis el mundo,
aquella que me haría envejecer
y morir.
Bajo la lengua,
surcando el cielo
de la boca,
o en la punta
arrojada al vacío
para expandir su goce,
la palabra,
la primera,
el verdadero nombre
de todo lo que vive y se estremece.
Sin ella
tan sólo polvo antes del polvo
y ojos que se hunden en el barro,
pisadas que no van,
que se vienen abajo.
Mi frente, por ejemplo,
que apenas se sostiene:
También allí
podría anidar
esa verdad.
Madrid, octubre 2010
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