01 agosto 2010

Ana Luisa Amaral



Nidia Hernández

Ana Luisa Amaral. Lisboa, 1956. Vive en Leça da Palmeira. Profesora de Letras, Universidad de Oporto. Especializada en Literatura Norteamericana. Traductora de Emily Dickinson. Libros: Mi señora de qué, 1990. Cosas de partir, 1993. Epopeyas, 1994. Y muchos los caminos, 1995. A veces el paraíso, 1998. Imágenes, 2000. La génesis del amor, 2005. Entre dos ríos y otras noches, 2007.



Sus respuestas:
La poesía es en mi vida como respirar, yo no sé pensar, ni sentir, sin poesía. Desde que me recuerdo, desde que sé poner una palabra delante de la otra, pienso y siento con ritmo, con música. Puede ser trágico a veces, cuando la poesía se sobrepone a la vida,
Pero a veces la poesía también salva la vida.
Nunca supe ni imaginé que iba a ser poeta. Escribo, simplemente. En un cierto punto de mi vida, supe, eso si, que lo que escribía era diverso de lo que conocía, pero cuando pensaba en publicar, me daba miedo perder la inocencia primordial que sentía con la palabra. Quizás por eso publiqué tan tarde (tenia 33 años)

A la hora de escribir, el primer verso es como una visitación, o la primera palabra (que no necesariamente será el primer verso o la primera palabra en el poema,). La soledad interior es necesaria. Puede ser en un bus (nunca enseñando, en una clase), la mayor parte de las veces es a solas, por la noche. Y siempre en la hoja de papel, nunca en la computadora. Eso es para después, para las correcciones...

La misión de la poesía, si tuviera alguna, seria, la de preservar memorias.

Mis poetas más amados son: William Shakespeare, William Blake, John Donne, Emily Dickinson, Fernando Pessoa, Mário de Sá Carneiro, Luiz de Camões. Y también Jorge Luis Borges, Por que las palabras en ellos son poderosas, y como decía Dickinson: Si leo un libro y siento mi cuerpo tan frío que no hay fuego que pueda calentarlo, se que estoy ante la poesía (o sé que eso es poesía).
Si siento físicamente como si me hubieran sacado la tapa de los sesos (o como si me hubieran sacado la cabeza o volado la cabeza=, sé que eso es poesía. Con ella, yo digo también hay alguna otra forma (o hay algún otro modo o camino) Entonces, esa es la razón.

Pienso que entre el poeta y el poder no debe haber relación alguna. El poeta no puede nunca estar en el poder, más si en el contrapoder ¿no es el lenguaje poético trasgresor siempre? Si se está en el poder, es un poeta del régimen y ahí se podría preguntar si es poeta, o si es poesía lo que hace.
Este poema sería lo que me pides, acerca de mi reflexión sobre la Paz:

UNA BOTÁNICA DE PAZ: VISITACIÓN

Tengo una flor
de la que no se el nombre

En el balcón,
en común acuerdo
con otras aromas;
la flor del beso, un rosal,
una mata de hierba luisa

Pero esos son prodigios
para otra mañana;
es que esta flor
generó hojas de verde
asombro,
minúsculas y leves

no la amenazan bombas
ni románticos vientos,
ni misiles, o tornados,
ni ella sabe, aunque esté cerca,
de la sal inversa
que el mar trae

Y el cielo azul del Otoño
al fingir verano
es para ella una bendición,
mínima con la poca agua
que le dio

Debe ser esto
una especie de paz:
un secreto botánico
de luz.

Ana Luisa Amaral, Entrevista concedida al programa de poesía La maja desnuda, RNV 91.1 FM. Conducido por Nidia Hernández.

Selección de: Entre dos ríos y otras noches.


Si todo fuera sólo éxtasis súbito
(7 movimientos)

I

A partir de cierta falta de sueño, las cosas surgen con más nitidez. Algunas tienen hasta el privilegio de planear tras los lentes. Cóncavas o convexas, y las cosas disminuyendo o aumentando de tamaño, pero siempre nítidas.

Quisiera ser amplia al hablar de esas pequeñas cosas. No sólo de esos dos ríos que me formaron, sino de otros inherentes, aunque de río, ni el disfraz tengan.

El cuerpo tendido en la cama, al lado de otro cuerpo, el calor de otro cuerpo pareciendo confortable. Del otro lado del espejo, el corazón; al mismo tiempo victorioso y tímido, deseando quebrar murallas, el mar visto desde lo alto de las almenas. Finalmente, lo que no es ni corazón ni cuerpo, y aún así de cuerpo y corazón forjado, un pensamiento dejándose envolver por los ojos cerrados. Tímido y tierno.

Sólo ahí la utópica victoria


II

Dos líneas de amor:
mi escritura
hablando contra el viento

Y en la sala acechando,
fantasma súbito
real
o tanto,
como lo que acecha el sueño
de esta sala

Mi escritura no elude esas formas,
no las altera en conjunciones simples:
sólo las repite de sobra:
ante todo,
igual a todo,
cuantos fantasmas más

Y las pocas veces que lo permito
son ocasiones frágiles
son ocasiones de papel

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