09 abril 2009

Poemas de Robert Creeley


Versiones de Alejandro Chacón




La colina

Ha pasado cierto tiempo
desde que me encuentro ante
lo que alguna vez me devolvió
y transformó mi cabeza
en un cruel instrumento

Es fácil confesarlo.
Y habiéndolo hecho, partir,
partir lejos, para volver otra vez.

Pero esa forma, debo decirlo,
está muerta en mí por completo.
Y no dejaré que reaparezca.

Llamadla perversidad, la deliberada,
magnánima crueldad
que está en mí
como una colina.


La inocencia

Mirando el mar
hay una línea
de montañas intactas.

Es el cielo.
Es la tierra. Allí,
sobre eso,
vivimos.

Es una niebla
que toca a otra,
muda.

Aquí vienen las hojas,
allí está la roca
en evidencia.

Lo que vengo a hacer aquí
es parcial, parcialmente oculto.
La flor

Creo que cultivo tensiones
como flores
en un bosque
que nadie visita.

Cada herida es perfecta
y se encierra en un leve
imperceptible brote,
que causa dolor.

El dolor es una flor como aquella.

Como ésta,
como aquella,
como ésta.



Cocina

En la mañana, la luz
que viene de las ventanas
de enfrente
deja la forma de un lazo
sobre la mesa y el suelo

*

En el silencio de este cuarto,
alto y cuadrado,
el sonido contiguo del reloj
pareciera marcar un tiempo viejo

*

Barriéndolo perpetuamente
deseo que este cuarto sea
como era antes


Naturaleza muerta

móviles:
que el viento aferra
contra sí

una hoja una trama de hilos

para ser vista
en el foso de la escalera


Hemos dispuesto el contorno de una fórmula aquí
hemos sacado el contenido
y el viento es una vaga emoción


Contar con los aspirantes a la mirada
en estas acciones
estos esperanzados movimientos
requiere de un viento fuerte y constante
que no supere la velocidad prevista

Y que la hoja permanezca

Que los hilos
se estremezcan apenas


Amor

Hay palabras tan voluptuosas
como la carne
en su humedad,
su calor.

Tangibles,
ofrecen el consuelo,
el placer
de ser humanos.

No decirlas
vuelve abstracto al deseo
y a su muerte al final

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