21 enero 2008

Il ballo del mattone


Leonardo Rodríguez



Descubrí a Carla Bruni, o más bien su voz, hace unos tres años-o eran cuatro. Una alemana amiga del matrimonio González-Meltzer me regaló su disco –cómo se llama-con canciones en francés y media canción en italiano. Esta última media era mi favorita, junto a aquella en que dice "Si tu es le sage, je suis le fou". El disco no era nada del otro mundo, o más bien tenía algunas cosas que no parecen abundar en éste. Digamos que, en medio de la pobreza sentimental (sentimental, no sensiblera) de la música actual, la Bruni tenía algo que decir. Sentimentalismo del siglo XXI: acordes bien peinados, letras casi siempre correctas, guitarrita de gimnasio. Pero. La voz de la Bruni era dulce, y si me cantaba canciones al oído yo no me iba a poner muy exigente. Tal vez, después de conocernos mejor. Y es que me parecía que esa pequeña apuesta por el amor, ese gimoteo entre bastidores, ese bajar la voz frente a un dios ahora devaluado, tenía algo encantador y hasta rebelde. Sí, Carla Bruni estaba enamorada. No de alguien en particular, tal vez de su propia voz, como tantos poetas, tal vez del productor francés o qué sé yo, pero estaba enamorada. En el imperio de las Britney Spears, en las regiones de Daddy Yankee y el Reguetón, en la utopía galáctica de la música electrónica, eso era una distinción. Bruni no era una niñata acobardada por el mundo, no vendía gasolina, ni vivía en un platillo volador. Carla Bruni quería cantar, y no en un solo idioma, sino en francés y en italiano. El amor contemporáneo canta en varias lenguas.

Luego la vi, no sé si en Internet o en una revista: se me apareció. Estaba enamorada y era bella. Ave María purísima: esa mezcla tiene lo suyo. Como Helena, la aquea de la perdición, Carla estaba divina. Un amigo gay italiano, al ver mi embeleso por su compatriota, me confesó que no le molestaría acostarse con ella, puro prosciutto crudo. Al contrario del mito, muchos creemos que las bellas son siempre inteligentes. Y en esto no estamos mejor encaminados que los que aseguran que son siempre idiotas. Carla era una ninfa de la canción y una diosa de los castings europeos. No podía ser tan obtusa, no. Yo tarareaba: Cuando sei qui con me / questa stanza no na piú paredi. Fue la primera canción-y la penúltima-que me aprendí en italiano.

Ahora aparece con Sarkozy, el actor más famoso de la Francia contemporánea. La bella enamorada y el político enamorador. Mezcla candente. Monsieur Le President se pasea por Jordania y Egipto con el hijo de la Bruni en los hombros, un San Cristóbal en función de padrastro. Sarko es proteico o, más bien, proteínico. Un día saldrá con una traducción de Tucídides o Isaiah Berlin al francés, prologada por el poeta-político Dominique de Villepin. O en una pelea de boxeo, tal vez contra Chávez o Putin, o en una porno, tal vez compartiendo pantalla con su ex, la hierática Cécilia.
Y a nosotros qué. Está claro-o debería estarlo- que los políticos son actores de reparto para las películas más importantes. Pero ya esto es demasiado. El tipo conoce (tal vez el verbo sea excesivo) los resortes emocionales más básicos. Sarkozy quiere ser Schwarzenegger, Mickey Rourke, Jean-Paul Belmondo y Jim Carrey a la vez. No le importa sólo la gloria política sino sentimental. Quiere que el mundo entero sienta celos de él. Y lo logra.

Pues qué, Carla, yo que te hubiera querido cantar, en mi italiano de menú, una de Rita Pavone, que escuché en una película del admirado Fabián Bielinsky. Non essere geloso / se con gli altri ballo il twist. / Non essere furioso / se con gli altri ballo il rock. / Con te che sei la mia passione / Io ballo il ballo del mattone. ¿O serás tú quien se la cante algún día al pantallero de Sarko? Demuestra que aprendiste algo cantando, amore. Edith Piaf-una autoridad- amó a un boxeador, el bueno de Marcel Cerdan (algunas de sus peleas están ahora disponibles en youtube, como las canciones de su mujer). ¿O será que el que no quiere entender nada de nada soy yo? ¡La diosa de los castings con el presidente de Francia! El amor ¿es ciego o es el encargado de hacer aquí el reparto de papeles?

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