Pausides González
Se me había olvidado cómo correr.
Entre sacar la basura
antes de que se fuera el camión del aseo
y apagar el café antes de que hirviera,
tuve esta mañana
unas buenas zancadas,
amplias y veloces.
No sentí molestias en mis rodillas
ni en la zona lumbar.
En un minuto
comprendí o reconquisté
la vieja idea entre el cuerpo y el alma.
Sin exagerar,
me sentí un griego en la primera hora
de la humanidad,
como un personaje de Píndaro.
Entre la acera y la cocina
la costumbre perdió algo de sus costras
y me alivié.
Supe cómo ciertos aplacamientos del alma
tienen mucho que ver
con las indigencias del cuerpo.
Hasta sudé
y la llovizna que caía
(porque esta mañana fue una de esas de lluvia)
limpió un pasaje de mi memoria,
cuando era atleta y cuando era útil.
Entre sacar la basura
antes de que se fuera el camión del aseo
y apagar el café antes de que hirviera,
tuve esta mañana
unas buenas zancadas,
amplias y veloces.
No sentí molestias en mis rodillas
ni en la zona lumbar.
En un minuto
comprendí o reconquisté
la vieja idea entre el cuerpo y el alma.
Sin exagerar,
me sentí un griego en la primera hora
de la humanidad,
como un personaje de Píndaro.
Entre la acera y la cocina
la costumbre perdió algo de sus costras
y me alivié.
Supe cómo ciertos aplacamientos del alma
tienen mucho que ver
con las indigencias del cuerpo.
Hasta sudé
y la llovizna que caía
(porque esta mañana fue una de esas de lluvia)
limpió un pasaje de mi memoria,
cuando era atleta y cuando era útil.
Inédito
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