José Antonio Parra
Mariana Bunimov (Caracas, 1972) da origen a una obra que se inicia a partir del fragmento, del detalle y de su propia experiencia vital. Profundamente cínica respecto al acontecer, se ha vuelto una crítica de la realidad y en tanto ello la trastoca para darle una peculiaridad que lleva implícita su propia mitología.
Se puede decir que su rebeldía la ha llevado a romper esta realidad; su propio mundo objetivo, para inaugurar otro, no menos ácido que éste, pero si plagado de una profunda consciencia estética donde la técnica; una aprendida según sus propias palabras, le permite despistar los asideros del espectador para llevarlo, un tanto abruptamente, a su mundo iniciático, a su estadio infantil donde todo era una revelación; una que sigue siendo en su acontecer cotidiano, pero más allá de esto en su propio acontecer psíquico, develando sus juegos infantiles y sus cuadernos escolares para cuestionar y reelaborar su viaje vital. Bunimov se ha reconstruido a si misma a partir de su propia imagineria, una que representa una experiencia de confrontación con el espectador y con su propia época, un diálogo abierto y crítico que la artista ha tendido entre su ser creativo y su tiempo, para romper límites y situarse más allá de lo temporal.
Sin duda que la obra de Bunimov, una artista con un inicio bastante precoz, ha madurado por encima de la mirada subjetiva del espectador para colocarse mucho más allá; salida, intensa, lejana.
Se puede decir que su rebeldía la ha llevado a romper esta realidad; su propio mundo objetivo, para inaugurar otro, no menos ácido que éste, pero si plagado de una profunda consciencia estética donde la técnica; una aprendida según sus propias palabras, le permite despistar los asideros del espectador para llevarlo, un tanto abruptamente, a su mundo iniciático, a su estadio infantil donde todo era una revelación; una que sigue siendo en su acontecer cotidiano, pero más allá de esto en su propio acontecer psíquico, develando sus juegos infantiles y sus cuadernos escolares para cuestionar y reelaborar su viaje vital. Bunimov se ha reconstruido a si misma a partir de su propia imagineria, una que representa una experiencia de confrontación con el espectador y con su propia época, un diálogo abierto y crítico que la artista ha tendido entre su ser creativo y su tiempo, para romper límites y situarse más allá de lo temporal.
Sin duda que la obra de Bunimov, una artista con un inicio bastante precoz, ha madurado por encima de la mirada subjetiva del espectador para colocarse mucho más allá; salida, intensa, lejana.
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