04 abril 2012

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José Antonio Parra


Para Octavio Armand, Muu Blanco y Rubén Regardiz


Hay una mujer negra que murmura, ella quizá dice una plegaria. Esta es una calle muy concurrida en el medio de la ciudad, está y no está y muy pocos viandantes se dan cuenta de ello. Hay una mujer con mirada metálica que mira al cielo tronar; que observa soles y lunas simultáneas. Es una mujer inefable.
Hay un frenesí de lo circunstancial y lo fenoménico. Actuamos sin motivo y la muchedumbre se quiebra en las calles. Es tan súbito como una mirada que se lanza sobre otra para hacer contacto. Nos observamos en lo simultáneo. Nos recreamos sin razón.
Lo aquí dicho realmente tomó lugar en un tiempo que nunca y siempre fue. Un tiempo que transcurrió en lo feroz del Club Social Chino. Y entonces vino la cosa de  decirse y desdecirse. Vino lo salvaje y un maremágnum de imágenes que aún no comprendo. Vino la cosa del matrimonio y de las dietas y de los trastornos, y aún más dietas, y los narcóticos, y este cigarro endiablado. 

¿Cómo estás Ronald Laing?

Todo redunda en el más absoluto descontrol de los sentidos. Fueron kilo tras kilo que se iban. Y todo yo que me iba. Era un vértigo vehemente de calle en calle sin saber quién era yo mismo. Pronto estuve en la butaca mientras hablaba contigo en el programa de radio y ¡plaf! Todo se fue. Era lo desconocido. Era no saberme. 


¿Por qué elegimos siempre el otro lado de las cosas? 
 
Todo ese mundo que ves eres tú mismo. Eres todo lo que denota tu nombre; esa palabra que corrió de boca en boca, desde la piel de dios mismo y hasta tu propia piel.
Es la caída de Martha al revés en el revés de un tiempo que no lo fue.
 
Conmoción de nuevo. 
   
Eres la gárgola de mi infancia. La loca que llegó a mi casa cuando era niño. Eres el epiléptico que cayó en la acera. Eres el balón que caía por la cuesta de la montaña. La flor agreste en el camino, eres esa cabellera azul viento. Eres la melancólica Modigliani.
La diosa muere una tarde de pesadumbre, y es el sucumbir ante la locura. Es pelaje convulso, boca y piel. 


Día domingo; aquí estamos nosotros, un nosotros que se hace paisaje, que se hace transeúnte y luz de paso, que se hace caminata rítmica. Soy uno que está aquí y en muchos lados. 




José Antonio Parra (Caracas, 1969). Poeta, ensayista y editor. Ha colaborado en revistas y suplementos literarios --impresos y digitales-- como Puntal, revista de la que además fue parte del equipo editorial; Kalathos.com, de la que fue editor, Imagen LatinoamericanaArt Market, Efory Atocha y del suplemento literario Verbigracia de El Universal. Actualmente es colaborador del Papel Literario deEl Nacional, columnista de la revista Sala de espera y editor de la revista digital La Casa Azulada. Tiene publicado el poemario Grado superlativo. Su oficio literario está enmarcado en el dominio de lo experimental y ha sido objeto de atención de medios especializados, incluyendo una reseña en laAntología de la Poesía Venezolana 1983-2008 En-obra de la Editorial Equinoccio.
E-mail: parraa23@gmail.com. Twitter: parraa23

3 comentarios:

Magally R. dijo...

Me encanta el texto por su pasearse por una realidad aparte, por la convocatoria de vivir el instante sin que éste deje huellas para el recuerdo, su contenido realza lo que no existe, podría ser uno mismo, las imágenes se evaporan y lo que es, contradictoriamente, es y no es.
Te felicito.

Kira Kariakin dijo...

lo que se vive aquí que no es más que percepción de uno, en uno... lo de afuera es distorsión al final a través de la mirada, al borde de todo. Y así.

Anónimo dijo...

Este bicho lo que está es muy tronado.

En una de esas se metió tanto que cruzó el punto de no retorno.