13 agosto 2009

Poemas


Reinaldo García Blanco



LOS NAGUES USAN ZAPATOS DE DOS TONOS

No importa si salen con el pie derecho
O con el izquierdo

Lo de ellos es trazar el territorio
La comarca que les pertenece
Revalidar la asignatura pendiente

Ellos hacen el país
La posguerra
La economía y las rondas nocturnas

Tentados por la hoja que silba
Se han sentado en los contenes
Miran pasar el cadáver de sus amigos
Y se juran la sangre
Que a veces mancha
Los zapatos de dos tonos

SINECIO NAVAS COMIENZA A TOCAR

El país se convierte en una orquesta
cuando Sinecio Navas despliega a su hombres

Ha pasado el resol
las guerras troyanas
los ditirambos del hambre

Moon River suena muy raro en Contramaestre
y los desayunos se avecinan breves
como las muertes
como las particiones municipales

Sinecio Navas se atrinchera
da un golpe de mano
la provincia sublevada
no prefiere los cantos de sirenas
y la banda de músicos lo sabe

Comienzan a tocar
Y sobrevienen los litigios
Los gallos turbios se arrojan a la arena
Y Sinecio Navas se quita la camisa
La pone al sol
Al viento sur que entra a Contramaestre.







OTROS CAMPOS DE BELLEZA ARMADA

Han de llegar otros campos de belleza armada. Perder la respiración en lo alto del camino. Esperar que vuelva a silbar el pájaro del silencio. Hacer un mapa sonámbulo que atraviese los páramos del sueño. Quedarnos en la quietud de la batalla en ese ardor que deja la guerra. Contar de a pocos las heridas, los denarios, los participios que deja la saliva ardiente cuando se ha subido la cuesta. Han de llegar con sus viejos discos de 45 revoluciones por minutos, sus pancartas a contrasol a contraluna, sus nanas para dormir al hijo que no van a tener. Campos que ya fueron arrasados por la ventisca, las bombas, los dinosaurios. Ahí vienen los que tuvieron otro nombre, otra leyenda y pasaron de largo como una sombra. Son los que se llevaron a Rimbaud en la mochila, se machacaron la memoria con Vallejo y dejaron el hálito de una mujer encinta. Vienen de la frontera, del interior, de la selva que ya no es oscura. Se cuidan del asma, de la nostalgia, de los traidores. Vienen a pura luz, a tenor de una palabra que los nombra rumbo al misterio. Vienen con la guitarra, los lugares comunes que hacen la vida y la muerte. Vienen de cimitarra y con las manos chamuscadas. Otros campos de belleza armada para entrar despacio con la vida en ristre nos esperan. Nos esperan.

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