21 febrero 2008

Algunas preguntas


Octavio Armand



El ojo en el oído



Para ustedes niña en el ojo
y laberinto en el oído.
Para ustedes cielo en la boca
y nudo en la garganta.
El cuerpo es una casa y la casa
una intemperie que obliga a sumar ladrillos.
El puntal y los mosaicos saben del confín
tanto como el enrejado y las puertas.
Sin invitarlo a pasar con su lejos al traspatio,
la casa sería oscura pero no tendría noche;
y sería fría sin los alisios
y el sueño de un copo de nieve.
¿Hay que ser dios para cumplir domingos?
¿Habrá que creerse uno para vivir el día?
¿Una hora más costará siempre cruz y clavos?
El nudo en la garganta amarra al aliento
y me deja sin aliento y sin palabras.
Me pierdo en mi propia sangre al oirlos;
y quiero que me busquen y me encuentren
como si jugáramos a los escondidos,
como si yo fuera un nuevo mundo
o un planeta rotando en la punta de la lengua.
Ojo en el oído para ustedes.
Los oigo en colores y los veo rimados por la luz
cuando aún se llama noche. La luz que aún no es luz
pero llega con regocijo al fondo del pulmón.
Qué grato estar en su abrazo. Se rejuntan zaguanes
y ausencias ahora con nombre y apellido.
Por fin me siento aquí. Gota de agua en la lluvia,
aleteo de libélula en ámbar, vuelo de cernícalo
en burbuja o piedra. Todo es posible
si están conmigo. Si están aquí yo también lo estoy.


Caracas, 4 de abril 2007





Insomnio



Medianoche

Nada arriba
excepto la luna:
si aúllo, ¿estaría
menos sola?


Alba

Solo una nube
en la transparencia:
un pañuelo de seda
redondo, la luna.


Caracas, 28 de septiembre 2007





Coro



Un cielo enterrado
se empina en las raíces.

Pájaros, chicharras, grillos
entonan una misma canción.

¿Acaso importa que el árbol
cante con voces ajenas?


Caracas, 23 de septiembre 2004





Delta



Una gota del Nilo
pregunta por Osiris.
Desde que su sombra
perdió al cuerpo,
es la primera
que llega al mar.
¿Qué le digo?


Caracas, 28 de agosto 2007





Sueño del 26 de abril



Eres una estalagmita
en una cueva enorme.
El techo: un cielo de seis lados,
todos resplandecientes.
El piso rueda como un dado
sin apagarse en ninguna cifra.

Te sorprende: es magma y no quema.
Te extraña: es una inmensa raíz
aplanada hasta lo infinitesimal.
Una delgadísima lámina hirviente.
La tocas y no te quema.
La bebes y como ella

ardes y multiplicas tu sed.
Sudas sed. Bebes sed.
Pero no te quemas.
Gota a gota el mediodía
que es todo el día cada día
lentamente se petrifica en ti.

Creces transparente.
Duro hexaedro de luz.
No cuarzo, cristal de roca.
Ni cuarzo ni cristal de roca,
transparencia, solo transparencia.
Te tocas y no estás

ni en la mano que te toca.
Seis lados que ni se sienten ni se ven.
Pero sienten y ven. Son y punto.
Son hasta colmar el punto que son.
Todo. Nada. Menos, aún menos.
¿Transparencia?

Si te lo preguntas, despiertas.


Caracas, 27 de abril 2007
selección de poemas inéditos.

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