20 marzo 2007

Fragmentos



José Antonio Parra


A Blanca Elena Pantin


Usted recorre con suavidad la avenida que lo conduce de uno a otro sitio sin saber que en el trayecto pedazos suyos van quedando desperdigados y que hay un montón más que le siguen mientras camina por pasillos en split, mira mundos que se abren, seduce con suavidad y mientras tanto practica el vacío, sigue por la avenida, el rostro extraviado de los viandantes, las conjeturas de las personas conglomeradas en la esquina, el cielo azul, cielo terracota que te diviertes con nuestros dramas y platicas al azar.

Ondulante: va y viene y está y no está, carece de forma aparente y de unidad definida, no le puedes asir porque así te lo recuerda el pensamiento pitagórico y camina contra la ventisca imaginaria, los convidados muy sorprendidos sonríen intermitentes, las gradaciones de color se van con suavidad de un extremo a otro, de tal suerte que lo que antes era verde se torna en un rojo saturado, intervención inefable del tiempo, un tiempo que la hace, que le permite establecer matices y vibrar sobre cualquier plano o superficie corporal. Dimensión de la coexistencia que se refleja en mundos vecinos, y mientras tanto el ser cuya existencia referimos se ha vaciado en el no ser; el contenido sin continente.

Vibración: intervención practicada sobre la atmósfera de tal manera que ésta se desplaza con rapidez de un universo psíquico a otro, en un movimiento corto, aun más impreciso que el de lo ondulante, y nos vemos cerca y lejos y así es el ritmo de nuestras metáforas, uno que pareciera estar destinado a mundos que no comprendo tanto como desconozco este desde el que te hablo.

Hombre sagrado: estado que consiste en un fuera de sí absoluto. Carencia plena del deseo. Uno se vuelve lo otro, una realidad simbólica e inconsciente. Nada existe y nada escapa al tambor creciente de la mañana, a su ascenso, a su mirada extraviada y a la vez penetrante, nada escapa a este estado, su plenitud es fácil y simple. Su retorno a lo Uno ya ha tomado lugar en un plano imaginario. Al adquirir conciencia real de que se es parte de lo Uno, su contenido se vacía en lo otro, quedando sólo la forma animada, esto es la imagen, en multiplicidad de mundos, en este mundo infalible, en tu mirada perpleja.

Singularidad: en términos de lo que puede ocurrir, es lo menos esperable, un grado dentro de la realidad insólita. No obstante, aparte de todas las significaciones que a ésta se le pudiere dar, bien como la singularidad Dios dentro del acontecer universal o, el propio momento del estallido primigenio no dudamos en afirmar que no hay nada improbable. Sin embargo para los comensales debo aclarar que en este caso se debió a ella este revuelo en el lugar de los encuentros, en el momento que silbó contra un cielo esmeralda y sus ojos miran.

Salvaje: momento en el que me condenso en esta silla de la cual emano y me convierto en signo, uno que nos une en diversos planos, experiencia que trasciende los límites de la temporalidad, de la vida y la muerte. Estado de escritura que se asume y se contesta y se tacha y se repite, estado en el cual huyo hacia corredores interminables, entonces la paradoja se transforma en laberinto, momento para decir que éstos son los días.

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