Un fragmento de Luis Bacalov. El instante singular de lo Uno. Octavio fumando un habano. Y nos distanciamos de lo real seco para adentrarnos en un territorio líquido, suerte de ruptura con el pensamiento fenoménico lógico. Y aquí estamos en infinitas salas, con aún más detalles arqueológicos, y la lucidez grogui del humo que se mueve por los alrededores mientras, en todas partes, las palabras estallan como signos que anuncian su propia desaparición, como estas muchas tardes en las que ladeamos perfiles de soles, situación que te cuento cuando escapamos y suena otra vez esa melodía y los vehículos transitan y el mundo se derrite y un apretón de manos y una sonrisa encarando tiempos y otra vez a lo de siempre.
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Jóse, una vuelta al mundo en ochenta Octavios
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