07 septiembre 2006

Aquel mural es de Jean Cocteau


José Antonio Parra
Saber la hora exacta no siempre resulta conveniente para el viajero que con suma facilidad se desconcierta. Hoy no he venido sino a dar compañía a los hombres extraños que ahogaron mi vida, a los esclavos del poder; he venido a traer más silencios a tierras inhóspitas, soy el viandante de los atardeceres que se queman en su propia melancolía, esto es una plegaria y por ello aguardo almas, impresiones y deseos que ya no sean. Esta vez no soy y por ello me muerdo los labios, saboreo lo quebrado de este viaje y a la luna septentrional, miro los nombres de las avenidas, acaricio al perro que pasa a mi lado, tomo prestada una flor del jardín de las campanitas, miro azoteas, a las mujeres que pasan en compañía de sus amantes de papel y desentraño nuevamente el rostro secreto que personifica al viaje. Es entonces cuando acercamos nuestros labios y saltan rubíes, tiempo de no ser, instante predilecto del leopardo.

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